OPINIÓN

Subvencionar muebles y paella

José A. García Bustos | Sábado 07 de enero de 2017
Las paellas gratis en invierno son a Balears lo que los muebles subvencionados son a Extremadura. Si con la subvención por la compra de muebles se pretende reactivar la economía regional, regalando paellas en invierno a residentes y extranjeros se conseguiría el mismo objetivo: reactivar una zona abandonada y atraer turistas en busca de la anhelada desestacionalización turística. Con las paellas gratis, también para los residentes, podrían comer gratis los más necesitados, se fomentaría la reagrupación familiar y, por tanto, la felicidad. Dentro del derroche y lo rocambolescas que son ambas medidas, la de las paellas suena incluso mejor, porque intenta potenciar una actividad de éxito y no intenta reflotar una venida a menos, como es el caso de la venta de muebles por empresas extremeñas. Es como aquel niño que flojea en matemáticas, es un portento en dibujo y sus padres le apuntan a repaso de matemáticas en lugar de potenciar aquello en lo que destaca. ¡Cuánto talento y dinero malgastado en un caso y en otro! Lo dicho: un derroche.

Con 750.000 euros anuales, durante tres ejercicios, que es lo que van a destinar a los muebles en Extremadura, daría para muchas paellas gratis en invierno en Balears. Calculen. Apuesto a que el tercer año de subvención de muebles (2019), año de elecciones, se gastarán todo el presupuesto antes de mayo, fecha prevista para los comicios. No es casualidad que el plan renove acabe en año electoral.

No voy a entrar a juzgar si los baleares merecemos, más que los extremeños, tener muebles nuevos. La financiación de las Comunidades Autónomas es manifiestamente mejorable pero, mientras no cambie, con los fondos recibidos en su presupuesto, cada Comunidad Autónoma los destina a lo que quiere.

Ayudar a aumentar las ventas de un sector siempre tiene efectos positivos porque generarán puntualmente más puestos de trabajo y dinamizarán más o menos un sector. He ahí la clave. ¿Cuánto de dinamización y generación de riqueza, directa e indirecta, tiene la subvención de la compra de muebles en Extremadura? ¿Es la mejor opción?

Según la encuesta de Presupuestos familiares del INE, es cierto que la compra de muebles por hogar en Extremadura ha bajado un 51% desde 2007 pero no es la actividad que más ha bajado. En esa Comunidad, el gasto en prensa ha bajado un 88%, el gasto en jardines y flores un 74%, la compra de electrodomésticos un 60% y la compra de vajilla y utensilios del hogar un 56%.

Desde 2007, en Balears, lo que más ha bajado es la venta de diarios (un 75%), la joyería (un 64%), los automóviles (un 61%) y, sorprendentemente, la venta de muebles ha bajado más que en Extremadura. Lo ha hecho en un 58%.

Hay que destacar que Extremadura, con un 93,3% y Balears, con un 94,9%, son las dos Comunidades Autónomas con mayor porcentaje de superficie forestal en manos privadas, ambos muy superiores a la media española, que es un 66%, y la media europea que asciende a un 49%. Este dato puede ser importante a la hora de entender la fuerza que ha podido tener el lobby de productores de madera y fabricantes de muebles de Extremadura para subvencionar este sector y no otros. Tampoco parece ser casualidad.

Desde un punto de vista estratégico, subvencionar una actividad, simplemente porque la ha castigado el mercado sin preguntarse el porqué, es un gran error. Según se deduce del Real Decreto de aprobación de esta ayuda, los motivos del descenso de la venta de muebles en Extremadura son: la gran competencia de países asiáticos, el desplome de la construcción tras la crisis económica y la presencia de Ikea. Parece ser que no entienden las leyes del mercado aunque, repito, quizá la decisión es una medida electoral y, la política y la economía, no siempre van de la mano. Una economía basada en la construcción es cosa del pasado; la competencia de los países asiáticos, con costes unitarios más baratos, no desaparecerá. Al contrario, irá en aumento porque China todavía tiene potencial para ganar cuota de mercado, no solo en el sector del mueble. Y la presencia de Ikea en nuestros hogares, cada vez es más intensa.

Una visión estratégica es aquella que ve las tendencias y movimientos de mercado y reacciona ante ellos para posicionar mejor su producto. No se lucha contra el pasado. Se lucha contra el futuro.

En Balears, deberíamos fomentar el desarrollo de sectores que generen riqueza, directa e indirecta, pero con una mayor visión estratégica que la mostrada por Extremadura. La economía está en continuo movimiento. Si, como hemos visto, el sector más castigado es el de la prensa tradicional, será porque el mundo digital se está imponiendo al de papel. Habría que apostar por aquél y no por éste. Lo digital ha supuesto una ruptura en el modelo de negocio tradicional en muchos sectores.

Por eso, puestos a subvencionar, hagámoslo fomentando sectores de alto valor añadido. Como señalaron los expertos en el último Foro Económico Mundial de Davos, estamos ante la 4ª Revolución Industrial, en la que unas profesiones aparecerán y otras desaparecerán. La innovación y la tecnología tendrán una gran presencia. Apostemos por ellas. España siempre ha llegado tarde a las revoluciones industriales. Ahora sería un buen momento para no perder el tren y fomentar actividades de futuro, no de pasado. Empecemos desde Balears a liderar este cambio apostando por la formación y el fomento de creación de empresas en esos sectores.

Sin olvidar el turismo, que es el motor que genera riqueza y que permitirá el trasvase de la misma hacia los sectores emergentes. Y recordando que la riqueza generada, también hay que redistribuirla entre los más necesitados. Las cifras turísticas en verano van como un tiro. La desestacionalización alargaría la temporada y, por tanto, los ingresos. Puestos a subvencionar al estilo extremeño, paguemos paellas en zonas turísticas durante el invierno a residentes y extranjeros para fomentar que abran hoteles y restaurantes y vengan turistas a comer paella gratis. Aunque razonar y subvencionar al estilo extremeño no parece ser el más eficiente. A mi entender es un despropósito. Razonemos y subvencionemos al estilo balear apostando por la innovación, tecnológica o no, pero no a costa del turismo que, hoy por hoy, es el motor de nuestra riqueza.

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