Miquel Pascual Aguiló | Sábado 07 de enero de 2017
La palabra ridículo tiene su origen en la palabra latína “ridiculus” vocablo integrado por el verbo “ridere” con el significado de “reír” más el sufijo “culum” que alude a lo que se usa como instrumento (¿¿…??). Lo ridículo es aquello que por lo raro, tonto o su extravagante mueve a risa o da ocasión a la burla y a veces al enojo.
Pues sí, hay un hombre público (si hubiera o hubiese puesto mujer pública ya la tendríamos liada), repito hay un hombre público, que desde hace ya varias décadas, va de ridículo en ridículo sin que se le caiga la cara de vergüenza, será por el buen sueldo público que cobra de nuestros impuestos que corrompe, al parecer, al más pinturero. Y además es un paradigma de lo que es un político sin principios, sin valores, una clara muestra de veleta ideológica.
Hacer un detalle pormenorizado de sus ridículos existenciales y profesionales como político sería una misión imposible, pero no es descartable hacer una aproximación.
Ha sido europarlamentario propuesto por Iniciativa per Catalunya Verds entre 2004 y 2014, dos legislaturas por lo que ya tiene una super jubilación asegurada.
Su trayectoria como eurodiputado ha tenido momentos de ridículo estelares. Uno de los patinazos más sonados se produjo en 2010, cuando protagonizó junto a Tremosa, Badia y el entonces eurodiputado de ERC Oriol Junqueras una campaña para retirar un ejemplar de la Constitución Española expuesto en los pasillos del Parlamento Europeo en Bruselas.
Su argumentación era que el escudo de España que se mostraba era el de la dictadura franquista. Sin embargo, en realidad se trataba del escudo oficial que estuvo vigente entre 1977 y 1981, etapa durante la que se aprobó la Constitución.
Como parte de su actividad política en Europa envió una carta a la Comisión Europea preocupado por una posible intervención militar tras unas maniobras en Lérida de cazas de la fuerza aérea española.
También presentó una queja ante la Comisión Europea para protestar porque el Comité de Competición de la Liga española de fútbol no había sancionado un pisotón que el defensa del Real Madrid Pepe dio al jugador del F.C. Barcelona Leo Messi durante un partido Madrid-Barça.
Una de sus iniciativas más insólitas fue la denuncia que, junto a los eurodiputados Ramon Tremosa (CDC), Maria Badia (PSC) y Ana Miranda (del BNG, pero en representación de ERC), presentó ante la Comisión Europea en noviembre de 2012, en ella acusaba a varios militares en la reserva y el entonces eurodiputado popular Aleix Vidal-Quadras de apelar al “uso de la violencia militar como amenaza contra el pueblo catalán”. Todas actuaciones de un nivel político de verdadera altura y de alta preocupación por el bienestar de sus electores.
En marzo del 2015 abandonó la formación ICV asegurándole a Joan Herrera, responsable de la formación “No me planteo irme a otro partido como candidato, ya sea para elecciones municipales o autonómicas”. En julio de 2015, solo tres meses después de asegurar que no se planteaba irse a otro partido, saltó la noticia que él, hasta hacía tres meses, era eurodiputado de ICV había sido la persona escogida para encabezar la candidatura conjunta de CDC, ERC y las principales entidades soberanistas para las elecciones al Parlamento de Cataluña del 27 de septiembre del mismo año.
Todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión, casi todos sus amigos coinciden en reiterar que este menda es un hombre íntegro y de izquierdas, pero entonces, ¿por qué ha hecho méritos para pasar como el político que traicionó a su amigo para ser un icono del soberanismo?, ¿por qué si era tan íntegro se vendió a CDC?, ¿por qué pactó con Mas, uno de los iconos de la corrupción política en Cataluña?, ¿Acaso no había criticado sus recortes? ¿Fue poseído por el espíritu de su tío abuelo, del mismo nombre, fundador en 1931 de Unió Democrática de Cataluña? ¿Por qué se prestó como coartada para disimular el descalabro de CDC?
¿Qué hace un comunista en una lista de partidos que han privatizado servicios como la sanidad? ¿No lo sabía? ¿No sabía que habían votado a favor de la reforma laboral? o más lógico, es de los que dicen que lo importante de un gato no es si es blanco o negro, sino que cace ratones. Ni antes era tan de izquierdas por lo tanto no era tan eco comunista, ni ahora tan de derechas y tan sólo es un aprovechado de las circunstancias y por lo tanto, solo se preocupa de su propio bienestar. Porque sabía perfectamente donde se metía y para qué, para seguir medrando.
Quién sabe si ya tenía pactado su cargo con Convergencia. Todo el mundo es libre de buscar trabajo como buenamente pueda y vender los ideales al enemigo por un plato de lentejas es una forma como otra cualquiera. De todas formas no es el primero que se haya visto antes en el ámbito del PSUC-ICV/PCE con Jimenez Losantos, Pio Moa, Josep Piqué, Ana Birulés, Muriel Casals, Magda Oranich o Ferran Mascarell.
En abril del 2009, por ejemplo, denunció las “simpatías” del dirigente nacionalista y eurodiputado convergente Ramón Tremosa con el Vlaams Belang, el partido ultraderechista flamenco. Según nuestro personaje, Tremosa había alertado en un artículo de opinión de los riesgos de conceder el derecho de voto a los inmigrantes. Por si no fuera suficiente, a su entonces rival en el Europarlamento, Romeva también le afeó sus posicionamientos medioambientales con frases del tipo “el ecologismo de Tremosa pasa por primar el crecimiento insostenible y el ladrillo”. Acusándole además de ser, junto con Alejo Vidal-Quadras (PP) el representante del “neoliberalismo que ha causado la crisis económica”, vamos declaraciones de pizarra.
En una entrevista a El Periódico en junio del 2009, declaró:”Si fuera por CiU, Catalunya sería una gran autopista con centrales nucleares, construcciones y fábricas por doquier, y ni un árbol para dar sombra. Si quieren hacer demagogia, que no se erijan en los defensores de Catalunya”, muy eco comunista, sí señor.