OPINIÓN

Encuadramiento 3.0

Francesca Jaume | Lunes 02 de enero de 2017

Cuando hablamos de encuadramiento de la sociedad, la mente suele viajar ochenta años atrás y situarse en la Alemania nazionalsocialista de Hitler. No en vano, ésta era una de sus bases de organización del Tercer Imperio. Una de las principales labores de quien trabaja el encuadramiento es fomentar el pensamiento único, es decir, mermar la capacidad de discernimiento de manera que las masas sean más fáciles de dirigir y manipular.

Sí, nos parece lejano en el tiempo el encuadramiento sin darnos cuenta que el Mundo 3.0 es una fórmula actualizada de encuadramiento, soslayada bajo una pátina de libertad de expresión. Son demasiadas las informaciones interesadas o poco veraces -siempre preparadas- lanzadas a través de las plataformas digitales con el interés de fomentar una determinada actitud o posición de los ciudadanos, con un claro interés de obtener beneficios o réditos.

En las redes, los malhechores (en el sentido ámplio de la palabra) han encontrado el medio más propicio para propiciar el estado necesario para sus intereses. Los elementos intervinientes (fórmulas y mecanismos) son muchos: mensajes subliminales o directos, uso de varias identidades para aparentar un mayor estado de opinión, cookies, espionaje a través de las webcams... ¿Por qué picamos? Porqué pensamos que a través de la red todo es más abundante, barato (incluso gratis), rápido y cómodo. Dándole al teclado podemos comprar aquel libro que necesitamos, leer las noticias más importantes del día o saber qué ha cenado el vecino. Es decir, hay un aprovechamiento de nuestras debilidades.

Se suele decir que si fuéramos conscientes de lo que se mueve detrás de las redes actuaríamos de un modo muy distinto. Se realiza de manera tan sutil que ni nos damos apenas cuenta. Cada vez que introducimos nuestros datos en una página web, realizamos cierta consulta, buscamos un producto para comprar o subimos información e imágenes sobre nuestros gustos y debilidades, estamos aportando todo el condimento necesario para que se cocine un suculento plato en el que el principal ingrediente somos nosotros mismos.

Ante este panorama, ya existen personas que han decidido, de manera totalmente voluntaria, reducir a la mínima expresión su uso de las nuevas tecnologías, ciñéndose a las situaciones totalmente imprescindibles. Nada de Whatsapp, Facebook, Twitter o Instagram. Sólo llamadas y SMS. Los emails, con cuentagotas. Sin embargo, no vaticinamos que ésta sea una conducta que se implante en gran medida.

Estamos en un punto de no retorno. Una vez más el ávido león se come al incauto ratón, quien demuestra no haber evolucionado en su inocencia.