OPINIÓN

Los hoteleros tienen derechos

José A. García Bustos | Sábado 08 de octubre de 2016

Una vez llegado el fin de la temporada turística, conviene hacer balance de las enseñanzas que hemos aprehendido y aprendido para aplicar en el futuro las mejores prácticas.
Que el turismo es el motor de la economía balear, no hay duda. Hace unos años que la construcción se descolgó en la pugna por ser la actividad que más aportaba al empleo y la riqueza balear.


Los hoteleros son empresarios en un sector maduro que no para de batir récords. En estas circunstancias podríamos pensar erróneamente que no deberían hacer cambios en la gestión porque el negocio funciona. Se dice que los buenos gestores se demuestran cuando las cosas van mal. Pero eso es una verdad a medias. También se demuestran cuando las cosas van bien. Sobre todo cuando aportan una visión a largo plazo y toman decisiones hoy, con el objetivo de minimizar los riesgos futuros.


Pero a pesar de batir records en indicadores de gestión, los hoteleros tienen unas responsabilidades, por no decir unas obligaciones, para con el futuro de nuestra economía. Debido al efecto arrastre del turismo en el resto de sectores, de una manera o de otra sus decisiones nos acaban afectando a todos.


Algunas de las obligaciones de los hoteleros son:


a) Trasladar parte de la riqueza a la sociedad, vía incremento de salarios o mejorando la alta precariedad en los contratos laborales. Según la CAEB, en el actual contexto de crecimiento, hay margen para ello. Buena noticia. Mayor salario supone mayor capacidad de consumo. La evolución del consumo doméstico junto al de los turistas, está siendo el motor del crecimiento de nuestra economía.


b) Buscar consenso con las fuerzas políticas. Se requiere un mayor acercamiento entre poderes públicos y hoteleros para hablar de cambio de modelo, de recursos naturales, de sostenibilidad o de limitación en el flujo de turistas. Y el consenso es cosa de dos o más. El Govern también debe buscarlo.
Estos temas requieren ser debatidos. Según la Fundación Gadeso, un 61% de los encuestados están a favor de limitar la entrada de turistas. A mi entender, la mejor opción para poner cota a los flujos turísticos debe venir por el aumento de precios y eliminar el segmento de turistas más sensible al precio que no es tan rentable y tan mala imagen nos aporta como destino.
La colaboración público-privada es una fórmula que funciona con éxito en otros sectores. El turismo, como dije recientemente, debería ser un asunto de estado. Para cuando se recuperen los destinos turísticos competidores deberíamos estar compitiendo en otra liga.


c) Un aumento de precios debe venir acompañado por un incremento en el valor de la oferta y una apuesta por la diferenciación. En este punto deberían echar mano de la innovación y la tecnología. Los resultados obtenidos en esta temporada deberían reinvertirse en hacer los hoteles diferentes, únicos. Los hoteles inteligentes y sostenibles dan mayor valor al turista y son más rentables. Los hoteles deberían disponer de pantallas táctiles en la cabecera de la cama con la que controlar la luz, las cortinas, la temperatura y el aviso de no molestar. O deberían poder controlarlo todo desde una aplicación en su teléfono móvil y poder solicitar la hora que prefiera para que se limpie la habitación o se reserve hora en el restaurante preferido.


d) Mejorar su imagen. Los hoteleros crean puestos de trabajo y riqueza y, sin embargo, no gozan de la simpatía de algunos sectores de la sociedad que los ven como símbolos del crecimiento desmesurado o del enriquecimiento desigual. Quizá deberían fomentar el mensaje de que son capaces de transmitir a la sociedad su riqueza más allá que por la vía de los salarios entre sus trabajadores. Deberían ser capaces de crear Fundaciones con el fin de ayudar a la reincorporación de los jóvenes a los estudios tras la temporada estival y reducir el abandono escolar o el número de “ni-nis”, premiar start ups con una apuesta clara sobre la innovación en turismo y aportar su conocimiento a otros sectores de la sociedad.
Pero los hoteleros no solo tienen deberes. También tienen derechos. Entre otros, gozar del respeto y del reconocimiento por su aportación a la economía balear. Tienen derecho a no ser culpados por la escasez de agua. Tienen derecho a no ser tildados de depredadores del medioambiente y tienen derecho a que se les reconozca que la crisis no ha sido tan grave en Balears como en el resto del Estado, gracias a su actividad.


En la actualidad, el distanciamiento entre hoteleros y políticos es una realidad. Las acusaciones cruzadas son habituales. La aprobación de la ecotasa sin un mínimo consenso y la interposición de un recurso por parte de la Federación Hotelera han tenido mucho que ver. Pero no solo están enfrentados al Govern. Además, los hoteleros también se ven atacados desde el frente municipal. La última medida contra los ellos es la subida del precio del agua a los hoteles de 4 y 5 estrellas de hasta un 141%. Resulta que, según la UIB, ésta es una medida ineficaz al no alcanzar el objetivo buscado: la reducción del consumo de agua por parte de los turistas. La explicación es sencilla. El consumo de agua depende, sobre todo, del comportamiento de los turistas y éstos son desconocedores e indiferentes al precio que EMAYA cobra a los hoteleros. Para reducir el consumo de agua, se sugieren otro tipo de políticas, a modo de inversiones, nueva regulación y, de forma más barata y efectiva, yo añadiría: nudges, ¿les suena?


El turismo y, por extensión los hoteleros, no son el problema de la economía balear sino la solución porque genera más empleo que ningún otro sector aunque es cierto que deben introducirse mejoras salariales y de contratación. A buen seguro pronto llegarán. Hasta la CAEB ya lo ve posible.


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