OPINIÓN

Puertas giratorias

Emilio Arteaga | Martes 13 de septiembre de 2016

La cuestión de las llamadas “puertas giratorias”, la promoción de políticos a puestos extraordinariamente bien remunerados en corporaciones privadas u organizaciones internacionales, tras cesar en sus actividades gubernamentales o parlamentarias, cuando en la mayoría de los casos el único talento que se le conoce es precisamente el de ser expolítico y disponer de contactos e información privilegiados, es una de las mayores causas de descrédito de nuestros políticos y un problema con aspectos éticos y morales que debería suscitar la reflexión y consideración de nuestras instituciones.

En España tenemos ejemplos inacabables, empezando por la cutre y casposa costumbre de nuestros partidos de “colocar” en el Senado, cámara completamente inútil, excepto para que el PP disponga de una mayoría de bloqueo contra cualquier intento de reforma constitucional, a políticos amortizados, sobre todo expresidentes de comunidad autónoma o exalcaldes, la mayoría de ellos de desempeño nefasto y algunos con cuentas pendientes por posible corrupción, y acabando por el reciente intento de Rajoy y su gobierno en funciones de colocar en el Banco Mundial al exministro Soria, quien, no lo olvidemos, tuvo que dimitir por estar involucrado en los papeles de Panamá y haber intentado justificarse con un rosario de mentiras, que fueron destapadas una por una por los periodistas, hasta que no tuvo más remedio que rendirse a la evidencia y presentar su renuncia.

Existen algunas medidas y disposiciones legales para controlar y tratar de evitar el aprovechamiento ilícito de la información privilegiada y los contactos obtenidos por los políticos en el ejercicio de sus cargos públicos y prevenir así su posible colusión con las empresas que los contraten en perjuicio de terceros, sobre todo en forma de un lapso de tiempo de mínimo, que en España creo que es dos años, entre el cese en el cargo y cualquier posible contratación en el mismo área de actividad. Pero todos sabemos que en muchas ocasiones se buscan artificios legales para sortear tales impedimentos. Teresa Salgado, la última ministra de economía del gobierno Zapatero y una de las máximas culpables de las desastrosas políticas con las que se encaró el inicio de la crisis económica, fue premiada con el fichaje a los pocos meses por Endesa, pero, eso sí, no se vulneraba el precepto de los dos años, puesto que la contrató la filial chilena de Endesa que, técnicamente no es una empresa española. Comportamientos indecentes de este estilo son los que indignan a una mayoría de ciudadanos y provoca el desprestigio y el descrédito de los políticos.

También tenemos ejemplos lacerantes a nivel internacional. En 2005, a pocos meses tras cesar como canciller federal (primer ministro) de Alemania, Gerhard Schröder fue nombrado para la presidencia del consejo de vigilancia de la Compañía del Gasoducto Noreuropeo, que gestiona el suministro de gas a Alemania mediante el gasoducto del mar Báltico que va de San Petersburgo a Greifswald (Alemania) y que controla Gazprom, esto es, Putin, y que fue construido con la implicación personal del propio Schröder. La amistad y colaboración con la Rusia de Putin le salió muy rentable.

Y ahora mismo estamos viviendo un caso especialmente penoso. El señor Durao Barroso, el peor de los presidentes de la Comisión Europea con diferencia, un auténtico inepto, incompetente genuflexo ante los intereses de los países grandes y de las corporaciones multinacionales, ha sido nombrado presidente no ejecutivo del banco Goldman-Sachs. No hay que olvidar que el inútil del seños Barroso estuvo al frente del ejecutivo comunitario entre 2004 y 2014 y, por tanto, es directamente responsable de las terribles medidas económicas impuestas a los países miembros, especialmente a aquellos en dificultades o rescatados, medidas que han supuesto el empobrecimiento de decenas de millones de ciudadanos de la Unión Europea.

Y tampoco se debe olvidar que hay más que serias sospechas de que Goldman Sachs estuvo ayudando a los gobiernos griegos a ocultar su auténtico déficit, hasta que se creó un agujero de tales dimensiones que reventó y puso en peligro la economía de toda la eurozona. Además, se le ha contratado para que asesore al banco sobre las consecuencias del brexit, esto es, para que utilice sus contactos privilegiados, el jefe negociador de la UE para el brexit es un excomisario de la época del propio Barroso, en beneficio de la entidad privada.

Parece que en Bruselas han reaccionado y han anunciado que retiran al Sr. Barroso todos sus privilegios de expresidente de la Comisión Europea y que, a partir de ahora, será tratado como cualquier otro lobista. También se ha solicitado por algunos diputados del Parlamento Europeo que se le retire la pensión de 18.000 euros mensuales a la que tiene derecho como expresidente de la comisión. Si tuviera vergüenza, teniendo en cuenta que va a cobrar más de cuatrocientos mil euros al mes, renunciaría él “motu proprio”, pero esperar vergüenza de estos personajes es, con toda seguridad, pecar de ingenuo.

En un momento de enorme descrédito de la UE y de los políticos europeos ante sus ciudadanos, el Sr. Durao Barroso ha realizado su última, por ahora, contribución a la destrucción de la ilusión de una Europa unida. Probablemente, nunca un personaje tan inepto, indolente y mediocre ha conseguido hacer tanto daño a un proyecto colectivo de tanta envergadura y trascendencia.


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