Alejandro Vidal | Sábado 25 de junio de 2016
El verano es propicio a la prolongación de numerosos rumores en torno a los fichajes de los distintos equipos. Es una época del año en la que se dispara la actividad de los representantes para colocar a sus pupilos en un mercado cada vez más amplio que, por cierto, perderá una importante plaza con la salida del Reino Unido o, mejor dicho, Inglaterra y Gales, de la Unión Europea. Pero, en cambio, se han abierto paso desde hace algún tiempo en países futbolísticamente subdesarrollados como China, Japón, los Emiratos y Europa del Este.
Como en toda confluencia de compra y venta se citan productos muy buscados, otros mucho menos, y algunos que se aprovechan de los medios de comunicación para promocionar alguno de sus representados cuando éstos no se ofrecen a sí mismos, lo que también se da con cierta frecuencia. Sin ir más lejos, a las puertas de Maheta Molango ya han llamado los Ibagaza, Julián Alvarez, Juan Carlos o Kevin, que nos sirven a título de ejemplo.
El trasiego de futbolistas de un lado para otro se ha convertido en el gran negocio del fútbol. Es donde las agencias u oficinas de representación hace su agosto, porque los contratos de larga duración no figuran entre sus objetivos. Los directores deportivos mueven sus fichas de muy distinta manera. Si quieres a un profesional determinado y cotizado es probable que tengas que aceptar la contratación de algún “paquete” incluido en el lote. Luego está la filtración interesada de ofertas imaginarias para mejorar las condiciones del nuevo refuerzo u otro tipo de anzuelos para obtener una plusvalía o una renovación. Un mundo complicado en el que, como se ha visto, ha fracasado Miguel Angel Nadal, sustituido ahora por Javier Recio. Y con añadir que el peor presidente de la historia del Mallorca, Gabriel Cerdá, se acaba de hacer un hueco en la dirección deportiva del Hospitalet, ya pueden ustedes intuir por dónde van los tiros. Todo sin entrar en el enrevesado bosque de las comisiones.
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