Francesca Jaume | Lunes 02 de mayo de 2016
Con motivo de la inauguración de la exitosa BoatShow Palma 2016, Francina Armengol apostó por la industria náutica como sector estratégico. Celebro estas palabras, y espero que no se queden sólo en eso.
En efecto, el sector náutico ha tenido que andar durante muchos años con el lastre de ser considerado como un sector de élite y para ricos, en sentido peyorativo. Ello, además de ser injusto puesto que da trabajo a muchísimas personas que en absoluto pueden considerarse de clase alta, también supone caer en el error de creer que la economía y la sociedad irían mejor si no existiera un sector “de lujo”.
Todo lo contrario, lo que es necesario es, hablando en román paladino, que haya gente que gaste, y que invierta en equipamientos y servicios de calidad realizados con esmero por buenos y preparados profesionales, no en bienes cuyo origen se basa en la explotación laboral a base de sueldos míseros por 20 horas de trabajo diarios.
Sería una lástima que, una vez más, nos cargáramos a la gallina de los huevos de oro.
Hace unos años, cuando salió la oportunidad de conseguir unos ahorros instalando un campo solar en tejados de naves agrícolas e industriales, bien se encargó el Gobierno de grabar esta actividad de manera que fuera totalmente inviable. Ahora, existe el temor que pueda pasar algo similar con los apartamentos vacacionales. Si queremos progresar hay que actuar más inteligentemente.
Como sector económico que es, está claro que la industria náutica debe de ser sometida a un control y gravamen, no obstante, someterla a una tributación excesiva pensando erróneamente que es un sector “de ricos” sólo nos llevará a que los inversores busquen otros destinos y los miles de trabajadores que tienen su actividad basada en ella se vean sin trabajo.
Mallorca no sólo es un destino preciado por su ubicación y clima para yates y grandes embarcaciones, sino que además dispone de centenares de empresas especializadas en el sector náutico: vendedores de equipamientos, mecánicos de motores de embarcaciones, electrónicas, eléctricas, carpinteros de rivera, textiles para barcas…sin duda es una industria a cuidar.
Por supuesto, además, etiquetar la náutica como un sector sólo dirigido a personas con alto poder adquisitivo es caer en un craso error. Ahí están los pescadores o aquellos que han invertido sus ahorrillos en una lanchita o en un llaüt tradicional lo que otros habrán invertido en viajes o comida.
Noticias relacionadas