Aunque todavía no ha finalizado la temporada, no es aventurado reconocer el fracaso rotundo del deporte balear a nivel colectivo con la única excepción, suceda lo que suceda en Sevilla, del Palma Futsal que ha superado las cotas establecidas anteriormente por el fútbol sala del Archipiélago.
Se da otra curiosa circunstancia común y es que, aparte del Llosetense, todos los demás han tomado medidas que el tiempo transcurrido han demostrado que eran inútiles, quizás porque sus problemas son más profundos de lo que indican los resultados obtenidos en el terreno de juego.
El Mallorca representa el ejemplo paradigmático del naufragio después de haber cambiado hasta dos veces de entrenador, inyectado un capital social cuyos efectos aún se desconocen y reforzar la plantilla de futbolistas al cincuenta por ciento del total de sus efectivos. Nada ha servido para rectificar el errático rumbo que sigue el club, ridiculizado por sus propios gestores –los “tuits” de Maheta Molango son patéticos- y en plena lucha por evitar el descenso en contraposición a la ostentosa campaña del ¿I tu puges?, no más fastuosa que la del centenario caída como anillo al dedo para desviar la atención del solar en el que Claassen y Nadal , con la complicidad ciega y permanente de ciertos medios de comunicación y periodistas, han sumido a esta institución que costará dios y ayuda recuperar .
Algo parecido a lo que han hecho en el Atlético Baleares, timador de su afición en un ejercicio de trile consistente en magnificar el insignificante título de la Copa Federación frente a la pésima campaña desarrollada en el campeonato de liga. El relevo de Siviero por Ziege tampoco solventó ninguno de los defectos del equipo blanquiazul, mediocre donde los haya. Nico López. al que posiblemente el club le deba su supervivencia, merecía otro trato, no mejor que otros profesionales, Herreros por ejemplo, merecedores de mayor consideración o, cuando menos, agradecimiento. El vástago del federativo López Lacal, incombustible, no ha coronado con éxito su etapa en Lloseta, jaleada hasta el límite. Lamentable o injusto, puede; pero real.
Xavi Sastre no podrá repartir culpas en el entorno del Palma Air Europa de baloncesto. Ha ejercido de director deportivo, secretario técnico y entrenador, por lo que su responsabilidad se multiplica por tres. Mucho me temo que nos hallamos ante el sempiterno proyecto para dotar de canastas de élite la pista del Palau, con el mismo destino que los anteriores. Aunque nada debería extrañar en el contexto de una sociedad, la mallorquina, esencialmente ególatra e individualista.