La disolución de las Cortes Generales es inminente ante la imposibilidad de formar gobierno en el plazo que estipula la Constitución. Eso hará que todas las iniciativas legislativas en trámite desde el 13 de enero, fecha en que se constituyeron el Congreso de los Diputados y el Senado, decaigan automáticamente y queden en papel mojado. Esto no ha impedido a los diputados de Podemos llevar a cabo una postrera escenificación teatral sin el más mínimo efecto ni posibilidad de que lo tenga. Los de Pablo Iglesias han presentado una proposición no de ley para “impulsar un uso democrático del espectro radioeléctrico”. En suma, lo que se plantea es la voluntad política a establecer límites a la propiedad de determinados medios de comunicación, así como la implantación en la educación obligatoria de una asignatura que ellos denominan “educación mediática”, sin dar más detalles.
La libertad de prensa es un derecho fundamental que molesta profundamente a Podemos
Ya en julio de 2014, Iglesias se mostró partidario de establecer mecanismos de control público para regular los medios de comunicación, con el fin de garantizar “la libertad de prensa, sin condicionantes de las empresas privadas o la voluntad de partidos políticos”. Entonces se mostró partidario de la Ley Orgánica de Comunicación de Ecuador, calificada como una Ley Mordaza y un grave retroceso para la libertad de prensa y de expresión en América Latina.
Definitivamente la libertad de prensa es un derecho fundamental que molesta profundamente a Podemos. De otro modo no se comprende su afán intervencionista ya no solo en los medios de comunicación públicos -a los que tan a menudo dice defender- sino también en los medios privados. Todo lo anterior, sumado a la embestida pública contra un periodista de un determinado medio de comunicación escrito, señalándolo con nombre y apellidos, dibuja claramente a un líder político determinado a intervenir en los medios de comunicación de una forma que solo cabe calificar de antidemocrática y autoritaria. Poco a poco Podemos confirma las peores sospechas sobre su modo de entender la libertad de expresión y la libertad de prensa.