Chema Ferrer | Miércoles 27 de abril de 2016
Es todo un privilegio poder afirmar que soy y vivo mi vida en gay las 24 horas del día, sin armarios, sin silencios y sin prejuicios. Cuando cumplí los 18 años y de eso ya han llovido veintitantos, decidí que era hora de salir del armario y de vivir mi sexualidad sin tapujos y de manera abierta con mis amigos y mi familia. Aunque os cueste imaginarlo conociéndome hoy en día os puedo asegurar que por aquel entonces nadie se lo esperaba. Nunca fui el típico mariquita del que se reían en el cole ni guardo ningún trauma de mi infancia y eso que desde que tengo uso de memoria siempre me han gustado los chicos, he tenido la suerte de tener una infancia muy feliz.
Mi familia y mis amigos lo encajaron cada uno a su manera pero al poco tiempo la normalidad
y aceptación fue absoluta. Al poco tiempo me fui a estudiar a Madrid, en una Universidad privada
en la que tampoco tuve ni un sólo problema por el hecho de ser gay, es más, tuve un profesor
que se llamaba Tomás Marcos y que hoy es diputado por Ciudadanos en la Asamblea de Madrid que me cogió de becario y gracias a él me introduje en el mundo de la comunicación trabajando
en una consultora que asesoraba a grandes empresas que querían enfocar su producto al público LGTBI. En Madrid pude vivir casi diez años siendo gay abiertamente y sin tener que esconderme y sin miedo a las agresiones que hoy son el pan nuestro de cada día en la capital.
Cuando volví a Mallorca en España se acababa de aprobar el Matrimonio Igualitario, lo conseguimos, ya nadie podía decidir por nosotros si queríamos casarnos o no. Empecé a trabajar en el negocio familiar donde todo el mundo sabía que era gay y jamás tuve un sólo problema por ello. Reconozco que he tenido mucha suerte en este tema y como remate he acabado trabajando de asesor comercial en una gran empresa en la que ser gay es lo más normal del mundo y no es ni una peluquería, ni una línea aerea ni una tienda de ropa.
Llevo toda la vida viviendo como un ciudadano de primera, viviendo abiertamente mi sexualidad y con absoluta normalidad. No voy a permitir que las agresiones homófobas me quiten lo que he conseguido durante tantos años. Los señores del Foro de la Familia y de Hazteoir con su discurso radical y homófobo me van a encontrar siempre de frente. Es el discurso de la libertad y la tolerancia contra el discurso de la represión y el odio. Tengo cuarenta años y aún me queda mucha energía para que nadie nos quite lo que es nuestro y sobre todo lo que es justo. Que nadie espere que pongamos la otra mejilla.
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