Alejandro Vidal | Viernes 18 de marzo de 2016
La Audiencia de Palma ha certificado la enésima derrota de Utz Claassen, al rechazar el recurso presentado por el alemán a la contundente sentencia del Mercantil que le imputó también las costas de su demanda contra Jaume Cladera y Serra Ferrer. El querulante, según término acuñado por el prestigioso letrado Eduardo Valdivia, quien por cierto, no sé si ya ha cobrado del presidente por una sentencia que ya perdió y de ello hace algunos años, acumula fracasos en los Tribunales que, sin embargo y lamentablemente, no sirven para revindicar el buen nombre de los demandados y ampliamente victoriosos. De haber sucedido lo contrario los titulares se habrían llevado la tinta de más de un tintero. El fallo de la causa en cuestión acredita, de otro lado, el resultado económico de una buena gestión. En el ejercicio cuestionado, el Mallorca cerró el balance con superávit. Desde entonces no lo sabemos, por obra y gracia de la transparencia que tanto se exigió y no se ha puesto en práctica. Que el querulante, repito referencia y autor, se haya propuesto ser el presidente en activo en el año del centenario debería sonrojar a quienes le han seguido la corriente, lo propician y, por si fuera poco, le jalean después de haber pedido su dimisión. Flaco favor le hacen a la entidad aquellos que presumen de defenderla no se sabe de qué ni de quién pero, con su actitud, apoyan una de las gestiones más oscuras de estos cien años, sino la que más. Que lo sepan Tugores, Reynés, Socías, Planas y algunos más. Esperemos que los árbitros, jueces deportivos, no sean tan demoledores como lo han sido quienes de verdad hacen justicia.
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