OPINIÓN

Inquisición nacionalista antitaurina

Jueves 11 de febrero de 2016

Como siempre he dicho, no culpo a aquellos que carecen del sentido para apreciar diferentes manifestaciones del arte o la cultura, como la tauromaquia. Es muy respetable que existan personas que no aprecien su arte. A nadie se le puede exigir la sensibilidad de Federico García Lorca cuando afirmaba que: “El toreo es la riqueza poética y vital mayor de España. Los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo". El Premio Nobel Mario Vargas Llosa lo define perfectamente: “Los enemigos de la tauromaquia se equivocan creyendo que la fiesta de los toros es puro ejercicio de maldad en la que unas masas irracionales vuelcan un odio atávico contra la bestia. En verdad, detrás de la fiesta hay todo un culto amoroso y delicado en el que el toro es el rey.”

Prohibir el arte y la cultura en base a falsos argumentos proteccionistas únicamente obedece a la ignorancia de algunos respecto a la tauromaquia y al objetivo político de los partidos separatistas que pretenden acabar con la más importante manifestación cultural común a toda España.

Comparto lo que dice Joaquín Sabina: “El que no quiera ir a los toros, que no vaya. Pero que no hablen de ecología ni de amor a los animales, porque no conozco a nadie que los ame más que los ganaderos y los toreros. Si yo fuera animal, me gustaría ser toro de lidia: a ninguno se le respeta más. Ninguno está mejor tratado”

Los partidos separatistas, los enemigos de la libertad, los que vulneran la legalidad vigente, las minorías políticas de Baleares (PSOE: 18%, Podemos 14% y MES 13%), han conseguido aprobar una Proposición No de Ley con la finalidad de prohibir la tauromaquia en Baleares. El movimiento político que comparte y recoge las propuestas de la inquisición antitaurina, y que intenta ocultar que la tradición taurina en Baleares se remonta a cientos de años, es el mismo que ha matado a tiros a decenas de cabras en el islote ibicenco de Es Vedrá o que cree que el cerdo se lo pasa fenomenal en “ses matances”. Evidencias de que la protección animal es la excusa para ocultar, sin éxito, la actitud inquisitorial de unos individuos fanáticos e intolerantes contra todos aquellos que, paradójicamente, no pretenden obligarles a asistir a una corrida de toros, y que únicamente piden respeto.

Volviendo a la PNL aprobada, es importante aclarar que si bien carece de efectos jurídicos vinculantes y que no ha prohibido la tauromaquia en Baleares, tiene efectos prácticos contrarios a la organización de corridas de toros al generar, una vez más, inseguridad jurídica y desconfianza empresarial a la hora de contratarla. Su efecto es un riesgo más para el empresario que ya tiene que asumir un coste muy elevado para organizar un festejo de calidad. Miles de empleos en riesgo de desaparecer y miles de aficionados objeto de insultos y amenazas de muerte. Una inquisición impulsada por una administración pública que debe salvaguardar los derechos y libertades de todos, y que, debe proteger la tauromaquia según la legalidad vigente.

Sufrimos un gobierno que dice defender el “bienestar animal” mientras ejerce de francotirador, no sólo contra las cabras sino también contra el toro de lidia que extinguirán si prohíben las corridas de toros. Un gobierno “de la gente” contra la gente. Contra sus libertades, y contra todo lo que tenga que ver con nuestra cultura común.

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