Resulta siempre reconfortante topar con personas que viven y trabajan sus proyectos con auténtica pasión. Y cuando esas iniciativas deben llevarse a cabo ordenando, reglando y coordinando la labor de un conjunto de empresas de un determinado sector, el mérito es todavía mayor. He tenido la oportunidad de entrar en contacto con quienes dirigen, capitanean y trabajan en el complicado día a día de la obtención, producción y embasado de aceite a través de la DO Oli de Mallorca y lo cierto es que debe destacarse la extraordinaria labor que están llevando a cabo.
Una Denominación de Origen hace referencia a un nombre que identifica un producto, en este caso el aceite, originario de un lugar determinado, Mallorca, cuya calidad o características se deben fundamentalmente al concreto medio geográfico en que se desarrolla y cuyas fases de producción se llevan a cabo en su totalidad en ese lugar. Concretamente, el Aceite de Mallorca es Denominación de Origen desde el año 2.002, de acuerdo con la normativa de la Unión Europea, y desde entonces se comercializa envasado y precintado con su correspondiente sello de garantía. Estamos hablando de un producto muy concreto que debe tener una procedencia determinada, elaborado a partir de unas variedades delimitadas (“Mallorquina o Empeltre”, “Arbequina” y “Picual”) y una producción de acuerdo con un procedimiento también reglado, lo cual precisa de una imprescindible labor de supervisión y control, cobrando especial relevancia en este terreno el papel del denominado Consejo Regulador.
Pues bien, acaban de hacerse públicos los datos relativos a la producción del año 2.015, en que la DO ha comercializado un total de 216.683 litros, un 12% más que en 2014, destacando que un 29% del total se ha vendido fuera de Mallorca, siendo los principales países destinatarios Alemania, Japón, Noruega y Suiza. Para que nos hagamos una idea del crecimiento experimentado, basta decir que en el año 2.006 se comercializaron 81.932 litros de aceite y que, por ejemplo, en el 2.010, se alcanzaron los 132.642 litros. Es evidente que hablamos de un sector ya consolidado, la calidad del aceite que se elabora en Mallorca está fuera de toda duda y los resultados invitan a ser más que optimistas de cara al futuro.
Y es de justicia incidir en el fantástico trabajo llevado a cabo por las diversas empresas productoras, sus marcas, las almazaras, envasadoras y por el Consejo Regulador y el personal que trabaja para la DO Oli de Mallorca. Estamos de enhorabuena porque los mallorquines contamos con una DO que desarrolla una impagable labor de protección y promoción de un producto excepcional, a fin de convertirlo en auténtico referente, en primer lugar, para los propios mallorquines, y cómo no, también para todos aquellos que visitan nuestras maravillosas Illes Balears.
En este sentido, me gustaría destacar el siempre exquisito trato y la extraordinaria predisposición de todo el personal de la DO y el conjunto de incontables iniciativas que, año tras año, vienen realizándose de cara a promover el conocimiento del producto, confirmando la buena salud de un sector en crecimiento. Desde la DO Oli de Mallorca, y a modo de de ejemplo, se convocan anualmente varios concursos de cocina, tanto para profesionales como para aficionados y se han creado cócteles tomando como base el aceite. Además, cada año, el Consejo Regulador nombra Embajador del Aceite de Mallorca a una figura pública que haya contribuido a la difusión del producto de una manera especialmente destacable. Todo ello sin olvidar la máxima distinción que se otorga desde la DO en reconocimiento a la destacada labor de comercialización, promoción o divulgación del aceite de Mallorca: nos referimos al título de Tafoner Major.
¡Ah! y no quiero olvidarme de todos aquellos profesionales de la hostelería y restauración que, a pesar de las dificultades, partiendo de la base de que la calidad tiene un precio y que no siempre es fácil asumirlo, apuestan por el Aceite de Mallorca en sus establecimientos. Todos desarrollan una fantástica labor de promoción de un producto que, dicho sea de paso, no tiene nada que envidiar a ningún otro aceite del mundo.
En definitiva, una muestra más de que ante los retos, la suma de esfuerzos y la decidida apuesta por la calidad nos hace más fuertes, más competitivos. Y desde aquí, desear lo mejor a Sebastià Solivellas Salvá, nuevo presidente del Consejo Regulador de la DO Oli de Mallorca y, con su permiso, un fuerte abrazo y todo el reconocimiento a Josep Oliver, el alma de la DO durante todos estos años, que se retira de la primera línea pero que deja un recuerdo imborrable para todos aquellos que hemos sido testigos de su buen hacer, honestidad, capacidad de trabajo y su pasión por el Aceite de Mallorca. Pep, gracias por todo. Un honor haber podido compartir contigo estos años de magnífico trabajo.