Emaya cometió la torpeza de confiar en que los incívicos se comportarían como gente civilizada. No hay que incurrir en responsabilizar a los responsables de la empresa pública municipal de Palma de que cientos de ciudadanos sin ninguna conciencia colectiva y sin respetar las normas, aunque solo fuera por no causar problemas a otros vecinos con su censurable comportamiento de dejar los trastos cerca de cualquier contenedor, sin atender a los días ni las horas establecidas para ello.
No hay grupo de contenedores en toda la ciudad donde falten enseres inservibles esperando su día de la semana para ser evacuados
Los responsables de eso son los autores, cada uno de los que solo piensa en su problema y en su necesidad de deshacerse de un trasto, aunque sea a costa de dejarlo en la calle y cargarles el mochuelo a todos los vecinos y a la ciudad en su conjunto. Pero Emaya y los políticos de quien depende han sido ingenuos en grado sumo al pensar que si el anterior sistema a domicilio funcionaba mal, un nuevo sistema basado en establecer días concretos de la semana por barrios para la recogida de los chismes, daría buen resultado. No contaron con la legión de ciudadanos incívicos a quienes las normas les traen al fresco.
Emaya debe hacer algo, porque la actual situación es insostenible. Todo ha ido a peor y se hace difícil mirar hacia otro lado cuando no hay grupo de contenedores en toda la ciudad donde falten enseres inservibles esperando su día de la semana para ser evacuados. Los incívicos no pararán. O no lo harán así, por las buenas.