En mallorcadiario.com tenemos por norma respetar profundamente las decisiones de los jueces. Así lo hacemos habitualmente, independientemente de la naturaleza y sentido de sus decisiones. Sin embargo Juan Pedro Yllanes es ahora por decisión propia, un político y no un juez. Él optó por cambiar de escenario y ahora ya no se sienta en un estrado de magistrado, sino en un escaño en el Congreso de los Diputados. Así pues él no goza de ningún privilegio y está sujeto a la crítica pública, como cualquier político.
Es inexplicable que alguien que ha sido -y muy probablemente volverá a ser- juez, contribuya al espectáculo mediático y alimente juicios paralelos
Es desde este punto de vista que resulta absolutamente lamentable que Yllanes se prestara a acudir al polígono de Son Rossinyol el lunes pasado, día en que comenzaba el juicio del caso Nóos, para emitir opiniones sobre el asunto cuyo tribunal él debía presidir. Es inexplicable que alguien que ha sido -y muy probablemente volverá a ser- juez, contribuya al espectáculo mediático y alimente juicios paralelos. Tras oír sus opiniones es inevitable caer en la cuenta de que él debió estar en ese tribunal con dos magistradas más, pero que se hubiese tratado de un mero trámite porque él ya tenía -y tiene- su veredicto de culpabilidad en la cabeza. Un juez que sin necesidad de juicio y sin escuchar a los acusados, ya se había formado su opinión condenatoria.
Se trata de una actuación irresponsable por parte de alguien que por su formación y su trayectoria debiera conducirse con mayor prudencia y sobre todo con mayor respeto por los derechos de los acusados, quienes hasta que un tribunal los condene son inocentes. Excepto para el diputado Yllanes.