EDITORIAL

Auf Wiedersehen, Utz Claassen

Miércoles 06 de enero de 2016

En líneas generales, da la sensación de que el nuevo propietario norteamericano del Real Mallorca, Robert Sarver, no sólo ha inyectado millones al Real Mallorca sino que también ha generado grandes dosis de ilusión entre los aficionados y en el entorno mallorquinista. Habrá que seguir de cerca la evolución de los acontecimientos.

Pero toda cara tiene su cruz. La llegada del magnate de Arizona y el largo detalle de planteamientos superprofesionales de su equipo de dirigentes no debe quitar espacio en nuestro ánimo para sentir una gran decepción por el otro gran titular de este asunto, y que no es otro que, en el año del Centenario, un alemán vende el Mallorca a un americano.

Sólo ellos dos conocen lo que hay detrás de esta operación que, no lo duden, sólo es especulativa y empresarial. Aquí no hay ni corazón, ni sentimientos

La sociedad mallorquina tiene estas cosas. Aquí, la envidia generalizada y el egoísmo de algunos han llevado históricamente a machacar a aquel conciudadano nuestro que se haya atrevido a llevar a cabo grandes empresas o grandes inversiones con proyección pública. Todos los que lo han intentado han salido bien escocidos. Unos han acabado arruinados y alguno incluso ha acabado suicidándose. No hay que olvidar apellidos notables de la historia del Real Mallorca como Cursach, Grande, Serra Ferrer, Cerdá, Mateu Alemany o Miquel Dalmau. Seguro que el lector tendrá fácil dónde agrupar a cada uno de estos personajes.

Un alemán vende el Mallorca a un americano por estas razones y porque el gran capital mallorquín -el hotelero- nunca se ha atrevido a dar el paso, sabedor de que tembién saldría escaldado. Los hoteleros mallorquines tienen vista para estas cosas. Y son muy mallorquinistas la mayoría. Pero aquí somos así, si alguno de ellos se hubiera atrevido a dar el paso, no hubiéramos parado como sociedad hasta que se hartara de la aventura.

Por otra parte, Sarver y Claassen no van a formar ni un tándem ni nada que se le parezca. Una operación, todo hay que decirlo, totalmente ausente de transparencia. Sólo ellos dos conocen lo que hay detrás de esta operación que, no lo duden, sólo es especulativa y empresarial. Aquí no hay ni corazón, ni sentimientos. Ninguno de los dos ha llorado ni llorará por una derrota o un descenso como sí ha hecho la familia mallorquinista. Ellos no aportan ni emoción ni sentimiento. En eso son iguales. Pero difieren en algo que sí ha cautivado al aficionado: el discurso hiperprofesional del nuevo equipo propietario de la entidad. Todo lo contrario de la chabacanería exhibida por el teutón.

Sarver y compañía deben saber desde hoy que en Mallorca la prensa deportiva también es muy particular y que cuando hay financiación de por medio los hay que se vuelven muy obedientes

A partir de aquí, sólo queda desear que esta aventura empresarial del magnate de Arizona no acabe como ya saben en Santander, Cádiz o Málaga, donde la furia de millones fue como un maremoto, que acabó arrasando con todo y desapareciendo tras la ola gigante. En nuestro caso, se da una circunstancia a no dejar de tener en cuenta. Aquí se ha producido una operación especulativa sobre un deporte que, en Mallorca, se practica en un escenario público. Aquí no hay hipotecas sobre un estadio o sobre una reforma de instalaciones. Son Moix es público y los propietarios de antes, ahora y después disfrutan y disfrutarán de una sere de prebendas y privilegios para su negocio.

Sarver y compañía deben saber desde hoy que en Mallorca la prensa deportiva también es muy particular y que cuando hay financiación de por medio los hay que se vuelven muy obedientes. Eso seguro que los americanos lo descubren pronto.

Pero no todo es malo. Sarver nos ha librado de Utz Claassen, un gran vendedor de crecepelo que no ha aportado nada ni al club ni a la afición, que quería animadoras en los descansos, chikiparcs y convertir al Real Mallorca en un referente europeo. En una cosa sí ha sido referencia. En el fútbol europeo hay muy pocos equipos que sólo sumaran 9 victorias durante los 12 meses del año 2015.

Hello Mr. Server, Auf Wiedersehen, Utz Claassen.