XISCO CRUZ. Por los vomitorios de Son Moix la hinchada no paraba de gritar minutos después del partido, mientras los futbolistas se abrazaban de camino a la caseta. En la calle unos hacías planes para ir a Madrid o Barcelona y otros se esforzaban con las sumas y las restas. Más allá de que el reparto de invitaciones fuera desproporcionado o lesivo para los socios, el mallorquinismo necesitaba una manifestación de unión como la del sábado. La afición ha sentido el miedo y ha decidido que ha llegado el momento de volver al campo, señal de que esto va en serio.
El Mallorca salió a la superficie en Granada y a partir de entonces activar la maquinaria fue más sencillo, porque no hay nada que ayude más a una campaña de marketing que una victoria. La gente volvió a creer y el clima hizo el resto. La noche fue inolvidable, porque la sinergia entre equipo y grada fue perfecta.
Al margen del apoyo del público, Manzano ha recuperado para el fútbol de alto nivel a Alfaro, aunque sea en una versión de delantero centro. Sus goles, el talento de Giovani –uno de los mayores que jamás haya visto Son Moix junto a Ibagaza y Etoo-, la honestidad de Martí y la irrupción de Bigas han metido al Mallorca en la pelea por la permanencia, de la que carecía de invitación semanas atrás. Y a pesar de que la visita a Madrid no llega en un buen momento, si hay alguien capaz de contar historias sobre gestas en el Bernabéu ese es Gregorio Manzano. Suerte.
@xiscocruz