En el Real Mallorca tienen perfectamente detectado el origen de sus problemas. O, al menos, desde dónde se lanzan algunos de los cañonazos que se reciben en la planta noble de Son Moix con intención de desestabilizar.
Se trata de Javier Tebas, que es quien realmente manda en la Liga de fútbol Profesional y quien, a través de los contratos de televisión, presiona hasta la asfixia a determinados clubes de fútbol.
Tebas lo controla todo sin que nadie hasta ahora denuncie evidentes incompatibilidades y conflictos de intereses.
Al mismo tiempo que es vicepresidente segundo de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), representa al G30 (grupo de 20 clubs que ha demandando al Real Mallorca), y adjudica derechos de TV a Mediaproducción (Mediapro, de Jaume Roures), posee directa o indirectamente acciones de Clubs, firmando acuerdos con los mismos para representarles en la LFP. En este último aspecto no hay que olvidar que Tebas es propietario de Esfinge, la entidad que recibió acciones del Mallorca en la época de Mateo Alemany y que recientemente las vendió a Pedro Terrasa.
En privado, muchos clubs reconocen que se sienten secuestrados por las maniobras de Tebas.
Hoy, sobre el Real Mallorca pesa una demanda del G30, representados por Tebas, porque la entidad bermellona rescindió este año su contrato de derechos de televisión con Mediapro (ligado a Tebas) para firmar con Sogecable (la competencia) ya que suponía incrmentar notablemente los ingresos.