Por un lado, las lesiones. Mientras la enfermería estuvo vacía, el Mallorca sumaba puntos con tanta normalidad que enseguida se encaramó a los primeros puestos de la clasificación. Sólo estaban empezando. A las pocas jornadas, el tronco del equipo desapareció de las alineaciones y Caparrós ha tenido que presentar un equipo sin los "fijos" Nunes, Javi Márquez o Antonio López y casi-fijos como Pereyra, Gio o Joao Víctor.
El sábado ante el Atlétic ya estaban todos ellos a punto (salvo Pereyra) y el equipo dio la cara y estuvo a muy poco de al menos puntuar.
Tampoco estaría mal que los que normalmente no dan la cara y mueven y remueven para desestabilizar el club aprovechen dos derrotas seguidas para reanudar sus campañas y acciones que no empujan precisamente hacia adelante. La fractura en el Consejo de Administración se ensancha así como los resultados se tuercen. !Qué casualidad!.
En la planta noble del Real Mallorca tienen perfectamente identificadas ambas situaciones. Es por ello que, a pesar de las innumerables derrotas consecutivas, Serra Ferrer ni se plantea prescindir de Joaquín Caparrós. El de Utrera es más víctima que culpable.
Mientras, la representatividad de la entidad sigue adelante con el día a día, cerca de quien necesita que el club esté cerca.
La fotografía que ilustra esta información es una prueba de ello. Almuerzo ayer en la sala de trofeos del estadio. Tradicional comida de navidad de la Associació de Veterans del Real Mallorca, que preside Julià Mir. Entre los presentes, Serra ferrer, Jaume Cladera y Joaquín Caparrós.