LA PUNTILLA

Tradiciones; no traiciones

Jueves 13 de diciembre de 2012

JAUME SANTANCANA. Soy un ferviente amante de las tradiciones. Visto desde este prisma sencillo y simple, soy un enorme conservador. Y me alegro de ello.

Defiendo a ultranza –pero sin radicalismos excesivos e innecesarios- todo aquel patrimonio que nuestros antepasados, con esfuerzo, tesón, y talento, tuvieron el cariño de legarnos.

Evidentemente, soy partidario de que las tradiciones se “ejerzan” en el territorio que les corresponde. No tengo absolutamente nada en contra de todos los “gestos” histórico-culturales que existen en el mundo; es más: aprecio cualquier atisbo de idiosincrasia, que refleje una determinada civilización, una manera de ver el mundo, una particular muestra del ser de los distintos pueblos, de sus raíces, de su proceso histórico-popular.

Pero:

Creo que las tradiciones deben ceñirse a los pueblos que las han “trabajado”; es como aquello de “la tierra para quien la trabaja”. Me encanta el Papá Noel, Halloween, Santa Klaus, el árbol de Navidad, San Valentín y, ya puestos, la ley seca, aunque me gusta que lo celebren “ellos”, los que lo han inventado y disfrutado durante toda la vida de diversas generaciones. No soporto que me intenten colonizar…y menos, que lo consigan, ¡claro!

Esta clase de importaciones me parecen lisa y llanamente una especie de alta traición. Y no por parte de los pueblos exportadores, sino más bien de los “receptores”, a quienes considero, lo siento, un atajo de vendidos, que deberían tener un poco de vergüenza antes de asesinar el trabajo y la inteligencia de todos nuestros antepasados. ¡Desleales!

No creo que nadie me pueda catalogar de atroz reaccionario: yo no suelo tener reacciones sino sensaciones; y estas, las transformo, limpiamente, en opiniones. El conservadurismo siempre ha tenido detractores; no lo entiendo. ¿No es bueno conservar? ¿o hay que derribarlo y asolarlo todo para demostrar que somos, además de “pijos”, progresistas?

Yo procuro conservar, por ejemplo, mis dientes, mis riñones, mis parientes, mi móvil…y, además, rindo homenajes continuos al progreso que, finalmente, no es otra cosa que el papel higiénico y el gran invento del wáter close, las técnicas del dentista, los aviones, los hidromasajes, y el whatsApp.

Y creo un deber, claro, conservar los Reyes Magos, el pesebre, el cant de la Sibila y todo lo demás.

Al final, resultará un progresista aquel que se dedique a, simplemente, conservar sus tradiciones. ¡Toma ya!


Noticias relacionadas