Esta semana tenía previsto publicar un nuevo artículo de la serie iniciada hace dos semanas sobre la medicina que viene en el futuro próximo, o un poco más allá, pero uno de estos días, al abrir el buzón de entrada del correo electrónico, me he encontrado con un mensaje que me ha hecho cambiar de opinión. Se trata de uno de esos correos que se reciben remitidos por algún amigo o conocido, que cuando a su vez los recibe, los rebota a la lista de corresponsales habituales. La mayoría contienen comentarios graciosos o chuscos sobre temas varios, o colecciones de imágenes sobre el mundo hace 50 ó 100 años, o sobre situaciones divertidas o más o menos comprometidas de personas o animales, o sobre políticos o “celebrities” con frases satíricas y burlescas añadidas, o sobre paisajes pintorescos, o chistes de más o menos buen gusto, incluso, a veces, vídeos o fotos de subido contenido erótico o definitivamente pornográficos, pero, de tanto en tanto, alguno de ellos es un infame panfleto de contenido político racista, xenófobo, fascista, que produce náuseas intelectuales e incluso físicas. En realidad, tenía tres de estos mensajes, dos de ellos del tipo “inofensivo”, uno era un chiste bastante divertido sobre relaciones ocasionales y el otro contenía dos colecciones de fotografías de medicamentos antiguos, una de hace 100 años y otra de hace unos 50, curiosas e informativas, pero el tercero era del tipo panfleto. Al abrirlo remite a una dirección informática y al entrar en ella se incia un vídeo de la CBN.com (christian broadcasting network), en inglés, con subtítulos en francés, que hace referencia a la pretendida islamización de España, provocada por los inmigrantes musulmanes que, según el vídeo, están protagonizando una auténtica “invasión”, con el fin de recuperar el Al-Andalus para el islam. La práctica totalidad de las imágenes proceden de Cataluña y se van introduciendo cuñas de dirigentes del partido Plataforma per Catalunya, sobre todo de su líder, Josep Anglada, que hacen comentarios acordes con su ideología racista y xenófoba y predicciones apocalípticas de una España futura sometida a la ley islámica integrista.
El panfleto sustenta que la baja natalidad de la población autóctona y la alta tasa de natalidad de los musulmanes, llevará a que, en dos generaciones, la población autóctona se reducirá a la mitad y la musulmana se cuadruplicará, lo que significará que serán la mayoría de la población española. Aunque sí es cierto que la natalidad de los musulmanes es superior y que la de los españoles está por debajo de lo necesario para garantizar el relevo generacional, estas cifras están muy lejos de ser posibles. Incluso aceptando el supuesto anterior, si la población española se redujera a la mitad en dos generaciones, aún sería de unos 23 millones y si la población musulmana emigrante en España, que es ahora de alrededor de un millón, se cuadruplicara, serían cuatro millones, esto es, aún aceptando la premisa, que es mucho aceptar, los musulmanes no serían más allá del 17 % del total. El vídeo incluye otras tesis similares, todas destinadas a advertir de un peligro inminente para la población autóctona española, procedente de la supuesta invasión musulmana y su voluntad de reconquistar Al-Andalus e implantar de nuevo un estado islámico en lo que hoy es España (no hay referencias a Portugal).
Este tipo de propaganda basada en mentiras, o medias verdades, presentadas como verdades y que hacen culpable de los problemas de la sociedad, o portador de futuras catástrofes, a un grupo humano, percibido como peligroso y definido como distinto por cuestiones étnicas, religiosas, culturales, económicas, etc., ya fue utilizada profusamente por los nazis, bajo la batuta del infame Goebbels, contra los judíos y otros grupos, con los terroríficos resultados que todos conocemos. En estos tiempos de crisis económica profunda, que está llevando a muchas personas a situaciones de gran penuria, que les hacen caer en el desánimo, incluso en la desesperación, este tipo de mensajes pueden encontrar un terreno abonado en el que arraigar y prosperar. Deberíamos ser capaces de evitar el nacimiento entre nosotros de nuevos hitlers, goebbels, himmlers, bormanns, goerings, speers, heydrichs, incluso aunque se disfracen bajo una pátina de políticos demócratas y respetuosos de las leyes. Recordemos que el partido nazi se presentó a las elecciones, hasta que, después de llegar al poder, las liquidó.
La población musulmana en España es en estos momentos de alrededor de un millón y medio. De ellos, cerca de medio millón son ciudadanos españoles, el resto inmigrantes. Suponen, por tanto, poco más del 3 % del total. En Francia, los musulmanes son entre el 10 y el 12 % y también allí hay quien difunde panfletos similares, concretamente el Front National de Marine (y Jean Marie) LePen, que probablemente está detrás del vídeo de marras, ya que, además de los subtítulos en francés, al final del mismo aparecen imágenes que refieren a otros vídeos similares pero referidos a Francia y en algunos de los cuales aparece la citada Marine LePen.
Pero tampoco podemos recrearnos en un “buenismo” politicamente correcto e ignorar que sí existen determinados problemas. Si bien la mayoría de la población musulmana pretende, como todos, convivir en paz, no es menos cierto que hay una minoría radical, que se ha desarrollado y cohesionado en los últimos años, que sí es una amenaza para nuestra seguridad y para la convivencia. También es cierto que la comunidad islámica es más refractaria a la integración que otras comunidades de inmigrantes y que no debemos tolerar que pretendan imponer aquí usos, costumbres o actuaciones que sean contrarios a nuestras leyes, o que sean inaceptables para nuestros estándares de convivencia. En muchas ocasiones, la radicalización o el encierro en sí misma de la comunidad, depende de la presencia en las mezquitas de imanes ligados a la corriente integrista wahabita, financiados por capital saudí, o de algún emirato de la península arábiga. En Francia los distintos gobiernos hace tiempo que se vienen ocupando de estos asuntos y, con la característica habilidad republicana, han procurado nacionalizar el tema. Ya hace años que se empezó a hablar de un “islam francés”, rechazando al presencia de imanes extranjeros radicales, así como controlando la financiación procedente del exterior. El propio ministro del interior actual, Manuel Valls, ha defendido recientemente la necesidad de cambiar las fuentes de financiación del culto musulmán en Francia, que deberá ser fundamentalmente francés. También ha anunciado mano dura y expulsión para los elementos radicales que supongan un peligro para la sociedad francesa.
No estaría mal buscar aquí en España soluciones similares, lo que, con una población musulmana mucho menor, en cantidad y en porcentaje, debería resultar, sino más fácil, sí un poco menos complicado.
No deberíamos dejar que entre nosotros se incubasen los huevos de ninguna de las dos serpientes. Ni el huevo de la serpiente racista, xenófoba y genocida, ni el huevo de la serpiente integrista, terrorista e igualmente genocida.