Ahora que algunos insensatos proponen el derribo de la obra magna del tándem Matas-Mangado –menuda asociación de ideas, por cierto-, un servidor quiere proponer todo lo contrario: hagámosle espacio al Palau de Congressos, derribemos esos anticuados molinos junto al mar, el edificio de Gesa de Josep Ferragut y que el Diario de Mallorca vuelva a la calle Conflent. Arrasemos con todo ello y démosle a ese pez varado en la arena del amigo Patxi la perspectiva que se merece. Eso sí, habremos de dejar en pie la Jefatura de Tráfico, verdadero cachorro del Palau.
Verán, lo que propongo es darle a ese proyecto un uso mucho más digno que el de centro de reuniones de fabricantes de aspiradoras o de excéntricos investigadores de raras enfermedades. Eso es muy plebeyo.
Lo que hay que hacer es convertir el Palau en un remedo de las pirámides de Keops. Aprovechando que Egipto está hecho unos zorros y además allí se conduce incluso peor que en Mallorca, es nuestra oportunidad para desbancar al país del Nilo en eso del turismo necrológico.
Para ello, sólo deberemos despejar el anfiteatro, la platea y el escenario de andamios y paletas –o, mejor, los dejamos, como hacían los faraones con sus objetos preferidos- y en el centro del edificio colocar las tumbas de nuestros ilustres políticos. El mausoleo a la mejor época de nuestra economía, nuestra tercera dinastía faraónica particular.
Pero, como los tiempos están como están, y para que no se nos enfaden alemanes y finlandeses, aprovecharemos el resto del edificio para vender sepulturas a los mallorquines, que el negoci és el negoci. De hecho, a Mangado ya se le ocurrió, inteligentemente, construir toda la fachada del edificio mediante nichos plurifamiliares, por lo que no hay más que colocar unas mensulitas y allí caben media docena de sarcófagos en cada uno. Incluso, con cuatro fachadas, tenemos para hacer una católica, una judía, una musulmana y otra para no creyentes. Luego, los cerramos con unos cristales opacos –o tintados, para los más quiyos- y, abracadabra pata de cabra, ya tenemos una solución perfecta, digna y la altura de nuestra excelsa clase política.
Además, lo que tenía que ser el hotel, o bien puede ser convenientemente esponjado –le pedimos un proyecto a Margarita Nájera, por ejemplo, a precio módico- o, como por allí va a haber muchos turistas y, por consiguiente, prostitutas, trileros, carteristas y claveleras, aprovechamos y trasladamos la Jefatura Superior de Policía, que al fin y al cabo actualmente ocupa su edificio gemelo. Los maderos seguro que no notan la diferencia, y además así están a tiro de piedra de Son Gotleu y La Soledat, donde tienen mucha clientela.
En cualquier caso, si, finalmente, triunfa la sinrazón y se empeñan todos en el uso de todo el complejo como centro de convenciones, propongo que, mientras no tengamos dinero para acabar nuestra octava maravilla de la arquitectura –siempre después del aeropuerto de Pere Nicolau, claro-, celebremos allí anualmente un congreso europeo de okupas y otro de grafiteros, aunque me temo que esos dos son, precisamente, los que PP y PSIB decían que ya estaban contratados.