Este año no voy a poder celebrar (D.M) mi cumpleaños como me gustaría. Había pensado invitar a mi familia y amigos a comer a un restaurante. Pero, no va a poder ser. ¿Por qué? Pues muy sencillo: mi cumpleaños es día 20 de julio. Fecha que han escogido los sindicatos para revolotear el gallinero.
Qué oportunos, podemos pensar. Pues sí, bueno, más que oportunos, todo lo contrario. Son unos inoportunos irresponsables. Al margen de que me hayan fastidiado o no mi celebración de cumpleaños, estos parásitos sociales están fastidiando nuestro sector productivo. Están jugando el papel de bombero pirómano. ¿Es responsable provocar una huelga en pleno mes de julio en la hostelería y el transporte? La respuesta, evidentemente, es no. Máxime si estamos en pleno apogeo del verano (momento en el que nos visitan miles de turistas que se verán afectados). Ellos son conscientes que el único objetivo que persiguen es dañar la imagen turística. Por lo tanto, desde el momento en que piensan en llevar a cabo estas reivindicaciones están actuando con mala fe, con alevosía y con ensañamiento.
Planteando mis enunciados anteriores a modo de silogismo aristotélico se puede desprender la siguiente pregunta: ¿qué sentido tienen los sindicatos? Para mí, ninguno. Desde el poder ejecutivo podrían erradicarse en su totalidad. Cero subvenciones, cero privilegios y cero liberados sindicales. Todos a trabajar. Sin excepción. No están jugando limpio su papel en el sistema social y están creando agravios comparativos con el resto de trabajadores. Es más, ¿algún trabajador ha sido ayudado por algún sindicato cuando ha tenido un problema en su puesto de trabajo? Creo que me sobrarían dedos de las manos para citarlos.
El papel de este tipo de organizaciones se ha desvirtuado por culpa de los gobiernos de izquierdas que tanto daño han hecho a la historia de la democracia de nuestro país. Se les ha dado un dedo y nos han cogido el brazo entero. Se han acomodado en lo fácil, en la queja, en la pancarta y en la crítica negativa sin aportar nada. ¿Qué es lo que pretenden? ¿A dónde quieren llegar? Sin ellos podríamos vivir perfectamente. El argumento de que sin sindicatos se conculcarían los derechos sociales y laborales deviene en falacia desde el momento en que estamos en un Estado de Derecho con una carta magna que es la Constitución.
Es más, ¡cuánto le podríamos ahorrar a las arcas de nuestra comunidad y del Estado si no tuviésemos que mantener a estos individuos! Y es que, para este viaje no necesitamos estas alforjas. Después se quejan. En fin … voy a pensar en otro tipo de celebración para no defraudar a los míos.