Desde la cabina de teléfonos en que se ha convertido el stand de Baleares en la feria turística de Berlín, el conseller de Turismo de Baleares lanzó ayer una noticia tremenda: el proyecto reformado de la reforma estratégica de la playa de Palma, que ahora mismo estaba en proceso de rectificación para saber de qué va, quedará en manos de los particulares. O sea, que se va todo a un cajón. El anuncio del conseller ha sido presentado en los medios como la respuesta al ministro de Turismo, José Manuel Soria, quien dijo que no había dinero para la Playa de Palma, lo cual, vista la economía de nuestro Govern, equivale a mandar todo a la basura.
La noticia es absolutamente tremenda: después de siete años tirando dinero y dinero en proyectos, maquetas,sedes de diseño, planes estratégicos, planes de reformas integrales, planes de orientación a la reforma, reformas de los planes, tras gastar un mínimo reconocido de 25 millones de euros, todo se va a la papelera (esta es otra: habrá que hacer una papelera especial, porque no nos va a caber tanto proyecto).
La verdad es que, si no hay dinero de Madrid, ni dinero de aquí, me parece bien el anuncio del conseller, de aparcar todo lo hecho. Pero yo no perdería la oportunidad de hacer un parque temático en torno del que seguramente es el mayor despropósito de la historia de nuestra autonomía (en dura lucha con otra larga lista de candidatos), para que los ciudadanos veamos de qué forma se dilapida nuestro dinero sin que nadie, absolutamente nadie, sea responsable.