He visto las imágenes completamente ridículas de los diputados de la izquierda nacionalista, en el Parlament balear, protestando por lo de IB3. Más allá de si tienen o no razón, es completamente ridículo dedicarse a la actividad política para sentarse en una mesa con un montón de carteles absurdos en los que se expresa la protesta. La imagen hay que completarla con una cinta en una solapa, por alguna de esas causas políticamente correctas por las que la izquierda suele disfrazarse más otra chapa de merchandising en la otra solapa.
¿Puede una persona seria, que quiera contribuir rigurosamente a mejorar la calidad de vida de sus conciudadanos, desplazarse por la vida con todos estos carteles, chapas, pegatinas y cintas y no sentir sobre sí que está haciendo el ridículo? A mí, disculpen, me parece que es incompatible ser serio con hacer estas payasadas. Lo cual no merma la crítica a otros que, muy formales, son igualmente impresentables. Pero una institución tiene mecanismos instalados para que se oigan las diferentes voces sin acudir a la publicidad estática.