Alquilemos butacas: la primera cadena de la televisión de más audiencia en España, la misma que ha renunciado a la publicidad porque aquí se trataba de no tocar el pastel de Telecinco y Antena 3, ha decidido no mandar locutores al extranjero para trasmitir los partidos de fútbol, de forma que así se ahorra unos pocos desplazamientos.
Es más que obvio que España tiene que ahorrar, que no podemos seguir dilapidando. Pero también es evidente que aquí necesitamos alguien que se ponga al mando de la nave y tome decisiones: ¿cómo se puede entender que no tengamos dinero para mandar un locutor a narrar un partido de fútbol de la Champions y, en cambio, este país tenga decenas de cadenas de televisiones públicas regionales que son un grifo abierto y que, al final, pagamos los mismos? ¿Cómo se puede entender que no tengamos este dinero y, en cambio, no queramos recuperar la publicidad en la televisión pública?
Ustedes verán: a mí, francamente, me parece que ni en Grecia se ha llegado a esto. Y no porque no haya que ahorrar, sino porque parece que empezamos la casa por el tejado, por el chocolate del loro, como se suele decir y yo nunca entendí, tal vez porque nunca tuve un loro en casa.