Yo era un admirador de Whitney Houston: creo que tiene la mejor voz que haya oído, al menos en el pop. Pero la genial cantante murió ayer, a los 48 años. La verdad es que apenas conocí la noticia no necesité de forenses o de especialistas para imaginar qué había pasado, cómo una joven de 48 años había perdido la vida. Como tampoco necesité saber qué le había pasado a Winehouse o a Jackson o a tantos otros.
Ustedes verán: me parece bien recordar a la cantante, pero también creo que es importante para los jóvenes a quienes les gusta jugar con los estimulantes recordar el triste destino que tienen en la droga, el alcohol y lo que le rodea.
Si estos artistas famosos son representación de cómo llegar a la fama y de cómo se convierten en modelos, también es importante recordar cómo acaban muchos de ellos, porque a las historias de éxito hay que contarles también el final.
Todos, pero sobre todo los jóvenes, deben tomar nota. Y perdonen mi tono moralista de hoy.