Hemos estado un mes y medio sin plenos en el Parlament y ayer cuando se reanudaron las sesiones vimos más de lo mismo: cruce de acusaciones entre gobierno y oposición, reproches mutuos, crispación, pero ni una sola propuesta para salir de la crisis, para atajar las escandalosas cifras de paro, en definitiva para solucionar los problemas que sí importan a los ciudadanos.
En lugar de eso, volvimos a asistir a un espectáculo lamentable a cuenta, como no, de la lengua. El PSM, para el que parece que no existe la crisis, acusó al Govern de actuar como Franco al modificar la ley que permitirá que el catalán deje de ser un requisito y se convierta en un mérito.
A estas alturas, con casi 100.000 parados, con la sanidad balear desmoronándose y la educación bajo mínimos, entre otros muchos problemas, no estamos para tonterías de la lengua ni para perder el tiempo en debates estériles que carecen ahora mismo de importancia.
Ya va siendo hora de que sus señorías pongan un poco de seny.