Con mis oídos escuché ayer a Cristóbal Montoro decir que el incumplimiento de los Presupuestos sería un delito penal. Con mis oídos le escuché a una periodista preguntarle si eso significaría que “un político podrá ir a la cárcel” por este motivo y, también yo mismo escuché cómo el ministro eludía la respuesta. Dijo una serie de inconcreciones para terminar por diluir parte de sus afirmaciones.
Montoro, el ministro de Hacienda, nos cuenta que los Presupuestos son para ser cumplidos. Algo que cualquiera que no sepa cómo va el sector público, comparte; algo que nadie en la Administración española se toma en serio. Un Presupuesto es un indicador volátil, abierto, variable. Los ingresos son un brindis al sol porque nadie puede decir que ese incremento de un 50 por ciento de los ingresos va a ser mentira. Y, diciendo esto, se habilita el gasto correspondiente. Pero no, el ministro no iba por ahí. Parece que más bien quería decir que no puede haber gasto extrapresupuestario, de ese cuyas facturas “se guardan en un cajón”, según Montoro.
Ustedes verán: está bien que se acabe con esto, pero el desmadre está tan extendido, se ha dejado llegar tan lejos, que ustedes me perdonarán que piense que ni mis ojos verán esto, ni nunca un político irá a la cárcel por incumplir los Presupuestos. Ojalá me equivoque.