Miren ustedes por donde, el primer gran caos de la sanidad balear se ha producido en el Hospital Can Misses y le ha estallado en plena cara a la consellera de Salut, Carmen Castro, encendida defensora de la sanidad ibicenca y conocedora de sus problemas. Y, sin embargo, no ha podido evitar que los recortes hayan provocado un enorme lío en las Pitiusas.
La primera denuncia ha partido del Sindicato de Enfermería SATSE que ha dicho que en la noche del pasado lunes 18 personas tuvieron que permanecer durante horas en los pasillos de Can Misses esperando una cama, mientras la tercera planta, con 14 camas, estaba vacía y los responsables se negaron a abrirla. Todo muy lógico.
Naturalmente, después de esto, no le ha quedado otro remedio al gerente del Área de Salud de Ibiza y Formentera, Ignacio Casas, que salir a la palestra y defender su gestión asegurando, naturalmente, que el colapso ha sido puntual y que el cierre de la planta no ha provocado ningún problema. Hasta que se ha producido, añado yo.
Y, con ese lenguaje característico de los políticos, ha dejado claro que una cosa son los problemas puntuales y otra los estructurales, por lo que si vuelve a producirse otro caos abrirán la tercera planta o utilizarán “los recursos existentes para acabar con esta situación”.
Es curioso, si hay recursos para evitarlo, ¿por qué no se utilizaron?
Así que ya lo saben, con una ocupación media del 86%, hay que esperar a ver que pasa en Can Misses, porque hay que seguir protocolos, priorizar ingresos… Total, que seguirán igual hasta que la gripe arrecie y el colapso sea de tal magnitud que los recortes tendrán que dejarse para otra ocasión, porque hay cosas que no deberían tocarse jamás.
Mientras tanto, la consellera de Salut anda en otros menesteres, como presentando congresos que se celebrarán en Ibiza o enfermeras que coordinen a los pacientes de las Pitiusas que han de ser atendidos en Son Espases.