Los sindicatos denuncian que los centros privados de educación están al borde de la crisis porque no tienen dinero para pagar las nóminas que, como se sabe, proceden del Govern.
En realidad, estamos hoy como estábamos hace unos meses: no se paga, se tapan agujeros y, peor que eso, ahora ya nos tenemos que olvidar de pensar en cobrar a medio plazo. La última versión es que el año que viene se gastará lo que se tenga, pero no se sabe cuándo se abordará lo antiguo, lo que está allí, arrastrándose.
La situación es tremendamente grave y, aunque el culpable viene del pasado, ya va siendo hora de saber cuándo se va a poder cobrar. En realidad nadie tiene ni idea de qué está sucediendo, de qué planes hay sobre la mesa, de si estamos haciendo algo para que esto empiece a funcionar. Todo tiene una pinta muy preocupante, sólo que ahora seguimos dando votos de confianza porque ya no nos quedan armas en la recámara.
En medio de este panorama, uno se queda tranquilo de leer que Montoro se compromete a respetar la autonomía económica de los gobiernos regionales. Eso, hay que respetar lo bien que lo están haciendo. Esto empieza a asustar porque la impresión es que no somos conscientes de la dimensión terrorífica del agujero.