Diario de Mallorca publicó ayer una fotografía de las inocentadas de Sineu. En una de ellas, si es que se puede calificar como tal, una pintada en una pared decía “lluitaren a la sombra”, una mezcla de idiomas en el que ni hay gramática, ni hay ortografía, ni hay nada. Ya casi parecía un comentario de Internet.
El cartel, una de las muchas imbecilidades que hacen quienes no respetan a los demás -porque esa pared tiene un propietario que ha tenido que gastar dinero para pintarla y que ahora deberá volver a hacerlo, dado que el único dato de que dispone para encontrar al autor de la misma es que es analfabeto, lo que no le permitirá avanzar mucho ante la evidente sobreoferta de estos- es un símbolo magnífico de cómo están las cosas: se trata, por supuesto, de que no haya radicalismos absurdos, pero sobre todo de que haya la cultura necesaria para entender. Entender es capacidad para ver el matiz, la sutilidad, la complejidad. Imposible con quienes no tienen lo mínimo, lo que cualifica.
Patético. El problema no es si en catalán o si en castellano, es si con conocimientos o sin ellos.