Los rumores se han cumplido y el director del Ib-Salut, Juan José Bestard, ha decapitado a la cúpula del Ib-Salut. Tres altos cargos, Cecilio García Diéguez, secretario general del Servei de Salut; Gabriel Barceló, subdirector de Gestión de Personal, y Francisco Moranta, subdirector de contabilidad, han cesado en su puesto cinco meses después de ser nombrados o ratificados por el señor Bestard. Y, lo peor de todo, es que circulan otros nombres por la sede de Reina Esclaramunda, donde existe una auténtica rebelión a bordo.
Las razones dadas para esta decisión son tan peregrinas que si el asunto no fuera tan serio, pensaría que estamos asistiendo a una comedia de las de Xesc Forteza, pero no, es la realidad que se vive en el Ib-Salut desde que Bestard tomara posesión de su cargo.
Dice el director general, respaldado por su consellera, que estos tres profesionales se han quemado en sus cargos por el sobreesfuerzo realizado y quiere “refrescar” la cúpula directiva, algo que no se cree ni él, porque de ser cierto deja en muy mal lugar a García Diéguez, Barceló y Moranta, que quedan como tres trabajadores que después de cinco meses de trabajar “a tope” no pueden más. ¿Tan débiles son? ¿Tan poca capacidad de trabajo tienen? ¿Sólo los superhombres pueden seguir el ritmo que impone el todopoderoso Bestard? ¿O es que quiere desprestigiar, una vez más, la imagen de los funcionarios, demostrando que si se les exige un esfuerzo se agotan enseguida y necesitan que llegue el relevo?
Y para rematar la faena, una carta tan cínica que todavía les deja en peor lugar. Les agradece el gran trabajo realizado y les destituye, así que si lo haces bien te vas y si lo haces mal, como al parecer lo hizo el anterior gerente de Gesma, también te mandan a tu casa.
Huelga decir que en la sede del Ib-Salut, especialmente en lo que hace referencia a los servicios centrales, están a punto de liarla. Los comentarios son tan hirientes que, al menos yo, no los voy a reproducir, pero no estaría de más que el señor Bestard supiera lo que piensa el personal que trabaja para él, porque con ese ambiente es imposible pedir esfuerzos a los trabajadores, ni siquiera la más mínima colaboración.
El problema de Juan José Bestard es que “o estás conmigo o estás contra mí”. No admite términos medios, ni la más mínima crítica a su gestión. Pobre del que ose cuestionar cualquiera de sus decisiones porque está condenado a ser el blanco de su ira, como ha sido mi caso. O haces lo que él quiere, aunque esté equivocado, o te vas.
El director general del Ib-Salut está convencido de estar en posesión de la verdad absoluta y le da igual lo que le digan los demás. Y éste es el resultado de su forma de actuar: Una cúpula decapitada, un ambiente de lo más enrarecido, ceses y readmisiones y nuevas amenazas de destituciones.
Pero la pregunta clave es si ésta es la mejor forma de sacar la sanidad balear adelante, si ésta es la política sanitaria que nos prometieron y si los ciudadanos de Baleares se merecen este espectáculo que, según Bestard, parece ser que es de lo más normal y se produce cada día en la empresa privada.