Telecinco se ha reunido con sus anunciantes en una ceremonia que, según indica la prensa, se parecía más a una gala que a un encuentro profesional. Allí, el consejero delegado, Guiseppe Tringali, el hombre de Berlusconi en España, les dijo que lo que ha pasado con ‘La Noria’ ha sido gravísimo y añadió que para Telecinco, los anunciantes, son la prioridad de la cadena, lo fundamental. Lo cual significa, como ya sabíamos, que la audiencia importa un rábano y que sólo les interesan los anunciantes, o sea el dinero.
Telecinco es la cadena de televisión más rastrera que existe. Ninguna se libra de las críticas, pero en este caso lo denostable ha sido elevado al rango de hábito, de exigencia: han hecho de la basura, de la miseria humana, del “freakismo” su norma. Les ha dado igual todo, con tal de tener audiencia. Como a sus anunciantes, quienes por supuesto siempre han sabido que la cadena hace basura sin restricciones, pero ahí había rentabilidad. Serán públicos analfabetos, pero consumen, que es lo que cuenta.
Ahora se han visto en un aprieto: si nos anunciamos en ‘La Noria’ entramos en un terreno políticamente incorrecto. Los dio igual siempre, pero ahora nos acusan y eso no nos lo podemos permitir. Por eso se han marchado, hipócritas. Sólo aguantó hasta el final una empresa de limpieza de inodoros.
En medio de tanta basura, en una programación que hasta hace de los productos americanos algo elitista, ahora Telecinco les dice a sus anunciantes que en realidad hacían la televisión para ellos, no para los desgraciados que se alimentan de esta escoria. Y eso es lo que es: un canal para vender, para estafar. Eso es lo que es la televisión en España. Telecinco dando clases y los demás aprendiendo. Dramático.