IB3 se ha convertido en un avispero que navega sin rumbo hacia el abismo. De un tiempo a esta parte el ente público está sumido en un caos organizativo que se inició el día en que se eligió al conseller Antoni Gómez como director general provisional y el surrealismo es la tónica general en Son Bugadellas.
El problema es que Gómez no dirige absolutamente nada, su segundo al mando, Jacobo Palazón -quien se supone que le sustituirá en el cargo- hace lo que puede, pero no es suficiente. El gerente Borja Rupérez se va o más bien le han invitado a irse y denuncia que IB3 es un nido de corrupción, que las directrices en el ente público las dictan grupos audiovisuales que tienen “secuestrada” la cadena y que se ha encontrado con pasivos ocultos. Casi nada.
Por si fuera poco, hay rumores –no se sabe si interesados- que apuntan a que un cuarto personaje podría entrar en escena y dirigir el futuro del ente en lugar de Palazón.
Y mientras se produce este desgobierno con cruces de acusaciones incluidas, IB3 sigue arrastrando una deuda que le sitúa en quiebra técnica, la audiencia no remonta ni emitiendo las películas en castellano y los proveedores claman que se les pague lo que les deben.