Martes 22 de noviembre de 2011
Ustedes verán: yo siempre he creído que Carme Chacón tiene una superficie trasparente que permite ver que detrás no hay nada, que es un ensayo. Claro, esto es mi creencia y, ya se sabe, yo de esto no entiendo nada. A mí me da que esta chica se levantaba a las seis a ensayar cuidadosamente ante el espejo cada una de las palabras que decía públicamente; que apenas se podía salir del guión porque de él vivía.
Pero da lo mismo, esta es mi humilde intuición que me ha conducido a errores garrafales. Sin embargo, esto viene a cuento de lo que el PSOE tenía en oferta: o Chacón o Rubalcaba. Con el segundo, de cuyas cualidades dialécticas no tengo dudas, el resultado socialista fue catastrófico. Con la primera, en Cataluña, el PSOE pasó de 25 diputados a sólo 14: la mayor debacle de su historia. Perdió el 50 por ciento de los votos, 900.000. Oigan, esto algo tendrá que ver con la gestión de Chacón. Y con Montilla. Y con la corte de políticos totalmente mediocres que han rodeado este gallinero y que dejaron Cataluña en la ruina. Puestos, prefiero a Rubalcaba, de mucho.
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