Joana Maria Borrás | Jueves 18 de junio de 2015
No dejo de preguntarme estos días, que van a hacer los partidos que deban gobernar en plazos de dos años cada uno, con los cargos de confianza de los Ayuntamientos.
Un cambio cada dos años puede resultar desastroso para la gestión diaria de los asuntos. Y la posibilidad de que pacten lo suficiente como para atar este asunto me parece una quimera.
Lo cierto es que ya han comenzado a rodar cabezas. Han llegado los nuevos regidores y han comenzado a desplazar a parte del personal que durante los últimos años, ha trabajado con otros Partidos que gobernaban hasta ahora.
Lo deprimente no es que envíen a estas personas, funcionarios o no, a otras dependencias. Lo deprimente es que no se den cuenta, que en ocasiones, quienes desplazan saben más que ellos de la gestión que se les viene encima. Que con ellos podrían aprender, y sumergirse mejor en la marea del funcionamiento de la Administración Pública.
No se paran a pensar que sin ellos, con otros igualmente novatos, van a tardar una eternidad en hacer lo mismo que podrían haber hecho con los veteranos, con los que si saben y con los que trabajan igual de bien si gobierna la derecha o si gobierna la izquierda.
De momento los que han llegado no dan señas de ser distintos a los anteriores. Sus maniobras de iniciación están siendo las mismas y los funcionarios, o personal de confianza afectado, están abandonando sus puestos de trabajo para instalarse en otros, más o menos desmotivados.
Hace falta un cambio de mentalidad más profundo para cambiar la gestión política. No bastan las palabras.
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