Edu Cendán | Jueves 11 de junio de 2015
Siguen a la greña PSIB y Podem con el tema del pacto. Unos porque ansían la presidencia. Otros precisamente porque han recibido órdenes desde Madrid de no formar gobiernos donde presidan los socialistas.
La verdad es que en un gobierno a tres bandas, donde debe primar el pacto del programa, poco o casi nada debería importar quien se sienta en la silla presidencial. Se entiende que las acciones de gobierno deben llevarse a cabo de forma conjunta, consensuada. Por lo tanto, lo de la presidencia no debería pasar del puro formalismo.
Pero la batalla de Balears se juega en otra cancha, lejos de aquí. El problema radica en las elecciones generales de noviembre. En la batalla por la Moncloa, Allí, unos y otros se envían dardos envenenados, autoproclamándose rivales comunes para convertirse en la alternativa a los populares. Eso es legítimo, pero poco sensato. Primero, porque se acabarán necesitando. Y segundo, porque vienen enroscados los Ciutadans de Albert Rivera, dispuestos a adelantar (por la derecha, por supuesto) a quien se ponga a tiro.
Ya sabemos que nadie salta nunca al campo firmando un empate, todos salen a ganar el partido, pero visto el fraccionamiento social en los resultados municipales y autonómicos, es absurdo seguir lanzándose puyas, más allá del simple postureo. Están ustedes condenados a entenderse.
Desde Madrid deberían comprender que el primer round finalizó el 24 de mayo y que continuar con esos discursos de la negación hace inviable multitud de acuerdos en ayuntamiento, consells, mancomunidades, provincias, autonomías o cualquier otra administración puesta en juego hace un par de domingos. Los líderes regionales ya han pasado de pantalla. Toca modificar el discurso.
Alguien debe hacer entender a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias que sus premisas sólo son válidas para ellos mismos (porque aún no se han encontrado ante la disyuntiva del pacto y siguen librando su guerra por el cetro estatal.)
Sigo pensado que ese cetro si es, será compartido, y que sería muy sensato cambiar ya el discurso negacionista para dar paso a la sensatez y empezar a hablar ya de los acuerdos. Eso, o dejar a los barones regionales campar a sus anchas.
Ajenos a todas estas movidas está MÉS quien, como aquel amigo común en una pelea de enamorados, intenta poner paz para el bien de los tres. Los nacionalistas observan, más aburridos que divertidos, una batalla absurda y estéril que más obedece al postureo pro-estatales que no a la gobernabilidad local. Por eso piden cordura, cooperación y responsabilidad.
Hagan ustedes lo que quieran. Pacten si creen que la armonía local les puede dar paz estatal. O rompan definitivamente si prefieren jugárselo todo al doble o nada. Pero hagan algo ya. Que el tiempo corre, y la paciencia se acaba.