Sábado 23 de mayo de 2015
Los selfies están de moda. Se lo digo yo que soy una ‘selfieadicta’ y entiendo del tema. Cada vez son más los que aprovechan cualquier oportunidad para autoretratarse mientras posan poniendo ‘carusas’ y bocas piñoneras.
Nos gusta hacernos fotos a nosotros mismos y cada vez somos más exigentes a la hora de sorprender a nuestros seguidores en redes sociales. Buscamos escenas diferentes para posar ante nuestra propia cámara.
Sin embargo, esta búsqueda de la originalidad no lo justifica todo y deja en evidencia a aquellos que no están preparados para hacerse una simple foto. Y es que, a tenor de los acontecimientos, está claro que los selfies no son aptos para todo el mundo.
Para hacerse un selfie como Dios manda o, al menos, no salir herido en el intento cómo mínimo hay que tener dos dedos de frente. Algo que, precisamente, es lo que tenía la protagonista de mi historia. Una rusa de 21 años que decidió ‘selfiarse’ mientras se apuntaba la cabeza con una pistola.
Hay que ser imbécil. No sólo por hacerte un selfie mientras pones una pistola en tu sien sino por apretar, sin querer, el gatillo. En serio, insisto, hay que ser muy imbécil.
Menos mal que la pistolita era de pelotas de goma y la chica no está grave. ¿Se llegan a imaginar lo que hubiera pasado de tratarse de otro tipo de munición? Tal vez la rusa ni lo pensó mientras le quitaba el arma al guardia de seguridad de su oficina.
Y es que tarados hay muchos. Cada vez más. Sin ir más lejos hace un par de días un moscovita casi se mata al intentar hacerse una selfie encaramado al arco de un puente en el centro de Moscú. El tipo acabó cayéndose. Salvó su vida pero se fue con varios traumatismos.
Casos como estos a cientos. ¿Será que los selfies son letales o, simplemente, que hay mucho tarado suelto?
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