María Juan | Domingo 03 de mayo de 2015
Pronuncia alguien “ecotasa” y parece que han mentado a la bicha. Por favor señores, qué pesados.
La ecotasa no es un peligro. Ni dejarán de llegar turistas, ni se hundirá el negocio hotelero, ni perderán las islas credibilidad ni categoría como destino turístico.
Déjense de pamplinas y seamos valientes. No tramen maniobras de salón, ni comunicados de prensa en países emisores, para destruirla. Ni siquiera para impedir ya que se implante.
La ecotasa se cobra en los países europeos. Los ciudadanos de las islas que viajamos, pagamos ecotasa en la mayoría de destinos de Europa. Más cara nos sale a nosotros. Aquí cobrabamos un euro. Oigan, una ganga.
No entiendo bien esa cerrazón con la ecotasa. Vamos, no la entiendo en absoluto. Defender un pequeño impuesto gravado sobre los turistas, que repercute en mejorar su estancia y aliviar las economías patrias, es casi un atentado a la economía del turismo. Es un planteamiento retrógrado y gris.
Se modernizan hoteles, se trazan planes para incentivar la desestacionalización del turismo, se mejoran carreteras, fomentan el turismo de interior etc. pero se niegan totalmente a la ecotasa. Gracioso y muy sintomático. ¿No se tiene calidad suficiente en estas islas para ser europeos y verdes? Tal vez esto sólo interesa a un sector de la población. Aunque sea a un sector enorme.
Que aumenten las tasas aeroportuarias, o sea, que nos cueste un pastón salir de la isla no pone nervioso a nadie. Bueno sí, al ciudadano de a pie. Al que ha de pagar un billete de avión a precios vergonzantes para salir de las islas, o lo que es peor, para moverse entre ellas. Y por supuesto, también lo paga más caro el turista. Aunque ésta es una tasa que viene impuesta desde Madrid. Punto en boca. Aquí ya no se puede hablar
Qué miedo les da la ecotasa a algunos. Algún día sabremos por qué.
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