Jorge Campos | Jueves 26 de marzo de 2015
Anda interesado mallorcadiario.com con la cena que, al parecer, celebrará mañana viernes el presidente José Ramón Bauzá con el expresidente Gabriel Cañellas y antiguos cargos del Partido Popular regional.
En principio está muy bien eso de reunirse con miembros del partido, afiliados e incluso simpatizantes, y, en cierta manera, es lógico teniendo en cuenta las próximas citas electorales. También es interesante por lo que se pueda aprender de la experiencia política del pasado analizándola en su contexto temporal. Pero se estaría equivocando José Ramón Bauzá si lo que pretende es recuperar aquella forma de hacer política. Porque precisamente para el Partido Popular las épocas de Cañellas y Matas no han sido ejemplares en las cuestiones que, actualmente, inclinan la balanza electoral de la mayoría absoluta en su favor o en contra: La corrupción y la política lingüística.
Se equivocan los que quieren hacer creer que la política correcta sobre estas dos cuestiones era la de hace 10 o 20 años. Yerran porque esa política emula el oasis convergente, nacionalista, de Cataluña, y ya vemos cuáles son sus resultados cuando acaba destapándose, inevitablemente, la corrupción institucionalizada y el atropello de derechos lingüísticos como han recogido las múltiples sentencias, incluso condenatorias para el govern. Imponer el silencio en estas cuestiones no resuelve el problema.
No todo tiempo pasado fue mejor. Y desde luego, en estas cuestiones, el pasado de Cañellas o Matas fueron de lo peor. Por los escándalos de corrupción y por todo lo relacionado con la lengua: Cañellas facilitó un Estatuto de Autonomía donde el mallorquín, menorquín e ibicenco desaparecía en favor del catalán como “lengua propia”, siguió la progresiva catalanización de Baleares aprobando la Ley de Normalización Lingüística de 1986, plagio de la catalana del 83, y Matas acabó perfeccionando el liberticidio lingüístico con los decretos y órdenes que la desarrollaron, como el llamado decreto de mínimos (que fue de máximos) de 1997.
La realidad es que José Ramón Bauzá ganó las elecciones con mayoría absoluta con una apuesta muy arriesgada contra la corrupción, la de no llevar imputados en las listas, y apostando por la libre elección de lengua y promover el mallorquín, menorquín e ibicenco frente al catalán que impusieron Cañellas y Matas. Cuestiones estas últimas aún pendientes.
Y es que la ciudadanía de 2015 no es la de la época de la obsoleta ley del 86 ni la del 97. La sociedad apuesta por una nueva forma de hacer política que acabará imponiéndose a medio plazo. Ahí está el ejemplo de los Ciudadanos de Albert Rivera (no seguido por su agrupación balear, por cierto), y en esto, creo, que poco pueden ayudar los que se han sentido ofendidos por no seguir su antigua política o, como dicen, por “no tenerles en cuenta”.
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