OPINIÓN

La demanda

María Juan | Domingo 18 de enero de 2015
Entre tanta barbarie y absurdo, una noticia graciosa. Se ha aceptado a trámite una demanda de paternidad contra el rey Juan Carlos I.

Al rey supongo que no le hará la misma gracia que a mí, claro. Mire por dónde majestad, a veces se puede dejar de ser intocable. No es un crimen ni un delito tener un hijo fuera del matrimonio. Es un problema para el matrimonio, claro. Además de un marronazo para esa madre, no esposa.

Lo que pase con esta demanda, con un probable juicio o con la herencia que le corresponda a esta señora belga, no es especialmente importante para el país. Bueno, a mí no me lo parece.

Muestra en cambio, que cuando uno pierde el escudo legal que le protege se le escapa también el velo de santidad que le disfrazaba. O sea, todo es una gran mentira. La monarquía lo primero.

Reyes, princesas, herederos y otros chupones públicos, para qué.

En realidad siguen esquilmando a los vasallos, aunque ahora se nos llama ciudadanos.

Sí, también se dice que juegan un gran papel en aras de la estabilidad social. Necesitamos parece a un padre de la patria, o rey, que ayude a mantener un orden entre los diferentes poderes porqué somos incapaces de llevar adelante una sociedad madura, estable y con vocación de progreso. Tal vez sea cierto y da pena decirlo.

Somos una sociedad con muchas carencias y no todas voluntarias. Pero hay algo que sí nos falta, a la inmensa mayoría. No actuamos con responsabilidad. El lugar que ocupamos en nuestra sociedad nos obliga a ser maduros y consecuentes con nuestras acciones: obligaciones y derechos. Debemos ser críticos con nosotros mismos para poder serlo con quién nos gobierna. No dejar que nos lleve la corriente, no conformarnos y examinar lo que nos ofrecen desde cualquier frente.

Sólo aquél que cumple tiene derecho a exigir. Hay que estar preparados porqué ahora llegan los voceros. Ya empiezan a escucharse. Son los que nos prometen ganar a los demás, salvarnos de los que no son ellos y guiarnos hacia el paraíso.

Pocos dicen cómo lo harán, todos son solventes y nuestra salvación. Son agotadores, mentirosos y una quimera. Todos. Pero alguno se llevará la victoria. Ésta es nuestra gran responsabilidad. Al fin y al cabo, tarde o temprano a todos nos llega el ajuste de cuentas. Hasta al viejo Juan Carlos.

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