Juan Carlos Enrique | Martes 06 de enero de 2015
No recuerdo haber escrito nunca un artículo de temática deportiva. Fundamentalmente porque no es lo mío. Nunca he sido un hincha al uso ni he sufrido más allá de lo razonable viendo un partido de fútbol. Lo cual no implica que no haya sabido disfrutar asistiendo a los triunfos –o incluso derrotas- de los equipos y deportistas que me han sido simpáticos, como es el caso del Real Mallorca, del Atlético Baleares, del Palma Futsal o del Palma Air Europa, por no hablar de nuestro querido Rafa Nadal. Pero siempre sin excesivo apasionamiento y con moderación, que es como mejor se disfrutan las cosas.
No cometeré por tanto el error de analizar desde la perspectiva deportiva la etapa que el Real Mallorca acaba de cerrar esta semana con la salida del hasta ahora su máximo accionista Lorenzo Serra Ferrer. Por lo que escucho a mi jefe de deportes, Paco Muñoz y a sus colegas de profesión, el pobler no ha estado a la altura y su ilusionante proyecto pasó de sueño a pesadilla en poco tiempo. Estamos en segunda división, sin visos de ascender de categoría de momento, y con una delicada situación económica. Y lo que es peor, con un gigantesco Son Moix vacío al que la afición del mallorqueta ha dejadado de acudir, falta de ilusión.
Los años de Don Lorenzo como máximo accionista del Real Mallorca se han caracterizado por una gestión excesivamente personalista en la que las filias, fobias y pataletas del sabio de Sa Pobla han pesado más que el sentido común. Poco a poco las personas que le apoyaron fueron abandonándole y así vimos dejar Son Moix a la familia Nadal o a un muy respetable Jaume Cladera, por citar algunos, y llegar a lo más alto al más oscuro personaje que nunca verá este club: el señor Biel Cerdá.
Qué pasó por la cabeza del amo del Mallorca para cometer la torpeza de firmar una leonina sindicación con un accionista minoritario que apenas tenía un 5% del club, dándole el poder casi absoluto, eso nunca lo sabremos. Pero las consecuencias para el Real Mallorca han sido dramáticas. Durante el tiempo en el que el señor Cerdá ejerció primero el control del club desde la sombra y después la presidencia, lo hemos visto querellarse contra la afición, abandonar el palco de Son Moix pero no las comilonas previas a los partidos, tirar de tarjeta sin complejos, ordenar seguimiento de los periodistas para intentar acallar a aquellos que le disgustaban, finiquitar empleados de trayectoria impecable dentro del club, contratar servicios inútiles por cantidades de dinero indecentes…. ¿sigo? No es necesario. Estadísticamente es bastante improbable que usted, querido lector, defienda la gestión de Cerdá. Es muy difícil encontrar tanta unanimidad con respecto a una persona y su gestión, ya sea en el deporte o en otros ámbitos. A Cerdá el mallorquinismo en bloque le quería fuera del club. Y hasta fuera de Mallorca, si me apuran. Un desprecio absoluto y general ganado a pulso y por méritos propios.
El señor Cerdá ha demostrado tener un ego más grande que el Puig Major, una ambición sin límites y una falta total de escrúpulos para conseguir sus objetivos. Cerdá siempre ha estado dispuesto a llevarse por delante a quien fuera, incluido al propio club con tal de alcanzar sus objetivos económicos y personales. Y mientras tenía la desfachatez de decirnos que él estaba al frente del Mallorca para evitar que otros esquilmaran el club. Sin inmutarse ni pestañear.
Ahora, por fin, la situación ha cambiado. El nuevo presidente y máximo accionista del club es el señor Utz Claassen. El alemán se ha hecho finalmente con el control. Y ya hay quien se rasga las vestiduras por que un foraster de los de bien lejos sea el nuevo hombre fuerte del Real Mallorca. No tengo constancia que ninguno de los que lamentan la germanización del club haya echado mano a la chequera para poner dinero para la causa mallorquinista.
Seamos serios. Claassen, que lleva un tiempo siendo accionista del Mallorca, ha cometido unos cuantos errores. Todos ellos debidos a su falta de experiencia en el ámbito deportivo y al desconocimiento de cómo se hacen las cosas en esta isla. Nada grave y nada que no se pueda aprender con el tiempo. Lo verdaderamente importante es que el empresario alemán ha librado al club de su peor lacra: Lorenzo Serra Ferrer y Biel Cerdá. Muy mal tendría que gestionar Claassen y su equipo para que las cosas no mejoraran en el Real Mallorca. Parte de una situación tierra quemada y no lo olvidemos: a Claassen le intersa que el Real Mallorca vaya bien en lo económico, en lo social y en lo deportivo. Su interés es el del mallorquinismo.
Quizás nuestro más importante club deportivo tenga ahora una oportunidad de sacudirse el polvo y seguir adelante para volver a ser lo que hace escasamente tres años era. Yo estoy por darle un voto de confianza al alemán. Confío en no equivocarme.
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