Miguel Lázaro | Jueves 04 de diciembre de 2014
El PP ganó las elecciones por mayoría absoluta tras el fiasco del autodenominado Pacto de Progreso, nomenclator que sigue confirmando que en el argot político actual, las palabras confunden, esconden y oscurecen más que aclaran.
El que yo denomino Govern de Personalidad Múltiple, por la dinámica conflictiva interna con la que funciono, por la deslocalización del ejercicio del poder, por la gestión en contextos parciales que buscaban mas su rédito que el interés general y por lo que es peor por la subordinación y chantaje ( para preservar el poder, no pasar a la invisibilidad y seguir dopándose con la dopamina que proporciona el poder ) que un partido ( con muchos de sus miembros en régimen penitenciario) ejerció sobre el resto de partidos, durante el mayor tiempo de la legislatura. El interés general se supedito a intereses partidistas.
Los ciudadanos así lo percibieron y sentenciaron al pacto mosaico. Las promesas comprometen. Cumplir las promesas es coherente. Cumplir las promesas aporta credibilidad, da crédito y acredita. Es ser y actuar como un hombre de palabra. Uno es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios. Las promesas centrales del presidente Bauza fue tolerancia cero a la corrupción, subordinación total al cumplimiento del déficit y pagar las innumerables facturas a los proveedores. Bien parece que se le puede dar una nota de notable en estos objetivos. Ahora bien le recuerdo una promesa que es viable, justa y que ahora todavía esta en plazo de cumplirla. El colectivo medico y de enfermería ha cumplido y se adaptado con la máxima responsabilidad y eficiencia al contexto de recortes que ha habido. A ellos por ley (del 2004) les corresponde carrera profesional. Ahora le toca a usted. Puede y usted lo sabe. Es cuestión de querer actuar y cumplir su promesa. Seguimos confiando en usted. Conviene recordar que aun, aquí y ahora ni estamos en derrota y mucho menos en doma.
Sugerencia gastronomica. Todavia en la euforia de que las grasas no matan nos juntamos a cenar con dos colegas en el Restaurante Azabache. Magnifica experiencia,digna de una clase media venida a menos. Entrantes excelentes: tortilla de patata,cecina y unas grandiosa mollejas. Para el segundo plato ( somos buenos comedores , que no nos creemos que de grandes cenas estan la sepultura llenas) merluza de pincho y chuleton. En fin notable condumio. regado con un Callejo que no nos defraudo. El trato y el servicio de sobresaliente.
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