Joan riera | Miércoles 12 de noviembre de 2014
Artur Mas tiene calculada casi al milímetro la estrategia hasta el final. Se trata de una partida de ajedrez de alta precisión que, según su hoja de ruta, debe llevar a Catalunya a la independencia a principios de 2016. Causa escalofríos por lo que pueda pasarle al resto de España si se le marcha el 25% del PIB. Pero es preciso afrontar los hechos y ver venir los movimientos de la Generalitat. El jaque mate que ha planeado Mas tiene posibilidades de convertirse en realidad aunque sea altamente complejo y depende de diferentes factores, entre ellos el ascenso de Podemos y del nuevo PSOE de Sánchez y las tremendas contradicciones internas del PP. Pero el diseño de Mas está hecho. Ahí va:
Tras haber conseguido que más de dos millones de catalanes votasen el 9N venciendo grandes colas, amenazas, presiones y entre una gran resonancia internacional, Mas ha cruzado el Rubicón. Rajoy ha contestado con el desprecio rayano en la altivez al afirmar que dos tercios del electorado no acudió a votar. Este argumento cae por su propio peso. El PP tiene diez millones 700 mil votos y gobierna con toda legitimidad una nación de más de 46 millones. Rajoy ha picado.
Mas ya sabía que pasaría eso. Ha dado dos semanas a Mariano para entablar negociaciones. El plazo expira el próximo día 23. Mientras, Mas se reunirá con los otros partidos catalanes pro consulta. Objetivo real: conseguir que Esquerra Republicana acepte estructurar una candidatura conjunta con Convergència y con la CUP. Cuando tenga atada esta lista de hierro, con él al frente (se lo ha ganado a pulso), dará el siguiente paso.
El día 24 de noviembre, ante la negativa de Rajoy a negociar, convocará elecciones plebiscitarias, con su bloque de acero apoyándole, para el próximo 25 de enero, domingo. Al día siguiente, lunes, se cumplirá el 76 aniversario de la entrada en Barcelona de las tropas de Franco con sus famosos letreros "prohibido escupir y hablar en catalán". No pocos medios de comunicación catalanes se hartarán de hablar y denostar el franquismo hasta el 25 de enero, enervando la memoria colectiva de muchos catalanes. Se votará en un ambiente caldeadísimo.
Si su bloque de acero obtiene la mayoría absoluta (ya con Rajoy noqueado tras su apoyo a la infantil Sánchez Camacho), Mas iniciará una campaña internacional a favor de la declaración unilateral de independencia conforme -según su interpretación- al Derecho Internacional, ya que se habrían agotado todas las vías bilaterales.
Una vez constituido el nuevo Parlament y con un nuevo Govern de concentración soberanista, en marzo, hará una última oferta de entendimiento a Rajoy, cada vez más descentrado y descontrolado por la presión del ala derecha de su propio partido. De nuevo, no habrá acuerdo. Entonces Mas procederá la la declaración unilateral de independencia de Catalunya el próximo 23 de abril, día de Sant Jordi, patrón de Catalunya.
Naturalmente, Rajoy perderá los nervios. Es posible que el astuto Mas, Junqueras, Fernández y algunos más sean definitivamente imputados e incluso detenidos. Entonces Mas se convertirá en el president màrtir, en el nuevo Lluis Companys. Habrá otro escandalazo internacional. Mientras, Rajoy ya habrá perdido los papeles. Tendrán que reintegrarle a su despacho, igual que al resto de los suyos.
Y así se llegará a mayo, a las elecciones autonómicas en buena parte de España y locales en todas partes, incluída Catalunya. Artur Mas prevé un meneo espectacular contra el PP, que perderá bastantes autonomías y muchas capitales. Se vivirá la recuperación del PSOE y un ascenso espectacular de Podemos donde se presente. Ya se hablará del matrimonio Sánchez-Iglesias, del nuevo Frente Popular. El poder económico se quedará con los pelos de punta, preocupadísimo ante un panorama incontrolable.
Habrá movida gorda dentro del PP, muy golpeado también por los constantes escándalos de corrupción que el presidente no ha sido capaz de canalizar . A estas alturas, y con centenares y centenares de sillas perdidas en los comicios, el corazón pepero ya estará harto de Rajoy. Le invitarán a que no se presente a las elecciones generales. Le jubilarán, cansados de sus fracasos. Rajoy, con 60 años cumplidos, tendrá que claudicar y decir adiós al agotar la legislatura. Y Artur Mas se convertirá en un héroe. El nuevo candidato o candidata que elija el PP se mostrará conciliador con él y con los catalanes, pero ya será demasiado tarde.
Las elecciones generales se celebrarán a finales del 2015 o principios de 2016. Si gana la izquierda, con un Sánchez arrastrado por Iglesias, será el momento perfecto para que Mas dé el golpe definitivo y haga realidad la independencia de Catalunya en la práctica, con todas sus consecuencias.
El poder económico estará aterrorizado. Rojos en Madrid e independentistas en Barcelona. Pero, al fin y al cabo, Mas es un chico de derechas. La Catalunya independiente mantendrá un sistema económico que tranquilizará a banqueros y empresarios. ¿Para qué echarlos del euro si allí hay tanta inversión? Mientras, Madrid se convertirá en un nido revolucionario a la griega con Pablo Iglesias, el Lenin de Vallecas, acumulando más poder que Largo Caballero el año 37 y con el PSOE de Pedrito Sánchez dorándole la píldora.
Este es el contexto que espera Mas para conseguir la independencia plena para Catalunya a principios del 2016. Al fin y al cabo, su tozudez y habilidad al conseguir acabar con Rajoy le habrá abierto a la izquierda la victoria en Madrid y el resto de España. Encima puede que incluso le estén agradecidos. Jaque mate.
El plan de Mas es largo, complejo y lleno de peligros. pero tiene lógica, mucha lógica. Y cuenta con un extraordinario aliado: la cortedad de miras y cerrazón mental de Mariano Rajoy Brey, todo un chollo para los independentistas catalanes. Rajoy es para ellos una bicoca superior a cuando inventaron el Chupa-Chups y lo exportaron a todo el mundo.
Por eso ahora Mas, en este vertiginoso noviembre de 2014, no se desvía ni un milímetro de su estrategia. Va ganando la partida.
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