OPINIÓN

El caso Nóos by Almodóvar

Domingo 09 de noviembre de 2014
El caso Nóos será el próximo éxito de Pedro Almodóvar. ¿No me creen? Tiempo al tiempo. Es más, empiezo a pensar que todo este entresijo judicial con la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín como protagonistas, es sólo una excusa amañada para que el director de cine manchego vuelva a ganar un óscar. Pues se lo están poniendo a huevo oiga.

Y es que tenemos delante de nosotros un auténtico guión de cine al más puro estilo almodovariano en ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’. Sin embargo, en esta ocasión, los que están de los nervios son el juez que instruye el caso, José Castro, y el fiscal anticorrupción, Pedro Horrach. Como sigan así, no habrá tilas suficientes para tranquilizar a los pichones en cuestión.

Juez y fiscal desarrollan un papel fundamental en esta trama donde hay de todo: amor, celos, crimen, peleas entre amantes, abogados, un duque empalmado y el dolor de una amistad rota…

Sin embargo, algo falla en este film digno de un óscar a la mejor película extranjera. Todos los papeles están cambiados. Tenemos un fiscal que hace de abogado de la infanta Cristina, un juez al que nadie cree y que parece el fiscal, una acusación que es una asociación ciudadana y una víctima de robo, la Agencia Tributaria, que dice que a ella nada le han robado y que por lo tanto la supuesta ladrona ningún crimen ha cometido… ¿Es de locos o no?

Lo único que está claro es que de momento la Infanta se libra de lo peor. La han desimputado de blanqueo de capitales (el mismo delito por el que Isabel Pantoja irá a la cárcel) y le mantienen, eso sí e imagino que por aquello de que parezca que todos somos iguales ante la ley, dos delitos fiscales que como mucho le llevarán a pagar una multa, imagino.

Con este panorama, y a la espera de que Pedro Almodóvar se ponga manos a la obra, el final de esta película está más que claro y seguramente no acabará con un ‘fueron felices y comieron perdices’ pero sí con un ‘las perdices volaron libres y se libraron de vivir en una jaula el resto de su vida’.

Sea como sea, confiemos en que la justicia sea justa, que no ejemplarizante, y consiga poner un poco de luz en todo este entresijo que, de momento, no hace más que enervar a una sociedad que poco o nada confía ya en unas leyes que parecen estar hechas más para el mangante que para el mangado.

 

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