OPINIÓN

Varón-hembra-varón

Jaume Santacana | Martes 07 de octubre de 2014
Va un niño y nace; y nace niño, es decir, varón. En sus años mozos Matthew, el niño, descubre que, probablemente, la madre naturaleza ha cometido un error; un error de bulto, precisamente. Sus tendencias le inclinan a pensar que quizás hubiera sido más lógico que hubiera nacido niña, es decir, hembra.

Una vez alcanzada la primera madurez física y psíquica, el “varoncete” decide corregir el despropósito inicial y toma la trascendente decisión de convertir su cuerpo macho en un continente hembra, es decir, mujer. Se opera.

Ya con su nueva carrocería, su alegría se desborda: finalmente ha conseguido encontrar su encaje perfecto ante sí mismo y frente a la sociedad de su entorno. Y, feliz (es decir, “feliza”), se lanza a desarrollar sin tapujos una vida exteriormente grácil e interiormente femenina. Chelsea, ahora Chelsea, compra la ropa que siempre había soñado, luce unos cabellos lacios y sedosos, se calza zapatos de tacón alto, se abastece de rímel, pintura de labios y támpax y se dispone a vivir la vida de manera intensa y ligeramente compulsiva.

Pero he aquí que, al cabo de un tiempo, se da cuenta de que ser mujer no es tan fácil: pierde una cantidad de tiempo impresionante en las tareas del espejo (el maquillaje, las cremas, las depilaciones); las medias se le desgarran cada dos por tres y no le salen baratas; le resulta un coñazo –con perdón- atarse y desatarse el sujetador; el afeitado facial le irrita (la piel y la mente); cuando lleva falda –que es siempre- se harta de bajarse la susodicha hasta las rodillas en cuanto se sienta frente a un hombre o varios; en los encabritados momentos de la copulación le molesta el sudor del macho, los gatillazos y el cigarrillo final; en las reuniones del té con las amigas lo pasa fatal intentando insinuar risitas, descubriendo cotilleos y debiendo ir al servicio en pareja; en las discotecas le pone a parir tanto macho con ansias de arrime y con invitación a copa posterior. En fin, un puto desastre: no es lo que pensaba, piensa.

Ahora, hoy en día, lo tiene claro: está hasta los o las cosas genitales o “genitalas” del supuesto edén femenino y ha decidido regresar al cuerpo masculino. Lo tiene clarísimo.

Quien no lo tiene tan claro es el gobierno británico, (con su departamento de sanidad a cuestas) el cual ejecutivo ha recibido de esta promesa mundial una instancia solicitando total gratuidad para la realización de la nueva proeza quirúrgica que lo/la conduzca nuevamente al estado inicial, es decir, a devenir hombre, es decir, varón, es decir, Matthew.

Los titulares de este notición aparecieron en mallorcadiario.com. Lo juro.

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