OPINIÓN

Gallardón y la abdicación del Rey

Joan riera | Miércoles 24 de septiembre de 2014
Oficialmente Alberto Ruiz Gallardón deja la política porque Rajoy le ha obligado a echar atrás su polémico proyecto de ley del aborto. Es cierto que las encuestas mandan y que esta polémica norma podía no sólo hacer perder votos al PP sino encender los ánimos de un por ahora tibio Pedro Sánchez. Pero esta explicación no basta. Esta ley del aborto no era solamente una obsesión personalista de Gallardón, sino una decisión colegiada de todo el Gobierno central. Poner el freno de mano no tenía porque acabar con la carrera política del ministro Gallardón. ¿Por qué entonces Rajoy le ha dejado tirado de una manera tan miserable y a los pies de los caballos? ¿Qué ha pasado? ¿Qué factor fundamental se ha escondido a la opinión pública?

La respuesta real no hay que buscarla en esta ley del aborto, sino en cuestiones de Estado de mucho calado. Gallardón ha ido a la suya y al lucimiento personal durante años al frente de un Ministerio que tenía ante sí cuestiones de Estado de enorme trascendencia que ni siquiera ha tratado de abordar con coraje.

El pasado junio abdicó el Rey de España, el alma de la transición democrática, acosado por el escándalo de su hija y de su yerno imputados. Rajoy puso cara de póker, pero encajó muy mal el golpe. Al gallego impasible le comenzaban a acontecer cataclismos nunca vistos desde hace muchas décadas. Seguro que de reojo miró a su ministro de Justicia con ira y con rabia contenidas. Era dramático. Gallardón, siempre a su bola y a su brillo personal, no se quemó ni un pelo de las orejas para intentar reconducir la situación de un Rey contra las cuerdas con su hija declarando ante el juez.

Da la impresión de que Rajoy y muchos de los que le rodean están hartos de descalabros en el ámbito judicial. Rajoy tiene al tesorero en la cárcel y su compañero de gabinete Jaume Matas lleva ya una buena temporada entre barrotes por una condena de nueve meses cuando nadie en España ingresa en prisión por una condena inferior a dos años. Y Gallardón sin mover un dedo de su inmenso poder mientras la tensión ya ha tocado el techo del Estado. Algo se está moviendo en el Gobierno. ¿Han movido todos los hilos para descolgar al ególatra Gallardón sin que se note la causa real?. La abdicación del Rey, ahogado por la vergüenza y la impotencia, ha hecho reaccionar a Rajoy a la gallega. No ha embestido a Gallardón. Le ha dejado tirado y en ridículo.

Ahora llega al Ministerio de Justicia un nuevo titular, Rafael Catalá, experto en recursos humanos, leal al presidente y que entiende su misión como un servicio al Estado y no como una corona de laurel para engrandecer su ego personal.

Gallardón no se ha ido porque le han bloqueado una ley ideológica consensuada por el PP. Esta marcha atrás política colegiada era perfectamente realizable contando con el ministro Gallardón, no contra él y dejándole como un pelele.  A Gallardón, hombre de arrogancia indómita, lo han empujado hacia la puerta y se la han abierto en el último instante para que se diese el batacazo.

El Rey ha abdicado. Y tras él cae un ministro de Justicia que hurtó la cara, fue a lo suyo, y sólo pensó en su carrera personal,  a la hora de sacrificarse por su Monarca, por salvar a su familia de la ignominia y la humillación.

Eso es lo que Rajoy no le perdonará jamás a Gallardón. Hay egos e inoperancias que matan.

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