Domingo 24 de agosto de 2014
Es preocupante que l'Assemblea de Docents esté estudiando convocar huelga indefinida en las aulas el próximo abril, a las puertas de las próximas elecciones autonómicas y municipales. Pero de momento parece que todos los pasos conducen hacia esta dirección. Lo mismo puede decirse de la posibilidad de un día de paro el próximo septiembre en el inicio del curso.
Es harto sabido que la aprobación y aplicación del TIL se ha convertido en uno de los grandes quebraderos de cabeza del Govern Bauzá, que no se esperaba una reacción tan airada de los docentes a mitad de legislatura. Bauzá quiso contentar a una parte de su electorado con esta medida, pero también ha encendido un fuego que puede resultar muy contraproducente a medida que se acerquen las urnas.
Es una situación muy compleja. Nadie discute la necesidad del trilingüismo. Nadie discute que la iniciativa del Consolat es bien intencionada en el fondo. Pero de la misma manera han fallado formas y maneras. Con más mimo y demostración de afecto hacia los docentes, con una aplicación gradual mucho más mesurada del decreto de trilingüismo, con mayor dotación de medios para favorecer una mejor preparación de profesores y maestros, tal vez ahora no estaríamos a las puertas de otro año potencialmente conflictivo.
Tal y como están las cosas, la cuestión educativa se va a convertir en asunto estrella de la próxima precampaña y campaña electoral. Al Govern Bauzá le ha faltado mano izquierda en este pulso cuando está demostrando que la tiene, y mucha, en otras cuestiones de gran importancia, como conseguir estabilidad social mientras se aplicaban medidas de austeridad que han permitido salir poco a poco de la crisis. También el Consolat ha demostrado mano izquierda en el asunto de los sondeos petrolíferos. Madrid no esconde que los permitirá en Canarias pero va con mucho más cuidado en Balears.
Entonces, si han demostrado tanta habilidad en objetivos de enorme envergadura, ¿por qué no ha pasado lo mismo con los docentes? La respuesta tal vez esté en que el Govern ha querido contentar demasiado a una parte del PP, minoritaria por ruidosa que sea y a organizaciones afines, que exigían contundencia en la cuestión lingüística. Eso ha forzado al Consolat a un escoramiento contraproducene, teniendo en cuenta que el 70% del PP se muestra sensible hacia la lengua propia y no desea radicalismos de ningún tipo en esta vertiente tan espinosa del tejido social balear.
La solución está en encontrar posturas intermedias, en la gradualidad, en el tacto y en el diálogo en nombre del interés general. Esa manera de actuar tal vez habría evitado el anuncio de una primavera caliente a las puertas de las elecciones con la oposición levantando las banderas del cambio junto a los docentes. Es demasiada crispación cuando lo que necesita una cita en las urnas es calma y equilibrio.
La educación es un valor altamente técnico que debería estar siempre por encima de partidismos. Siempre y vengan de donde vengan. Eso quiere decir que las reformas tienen que hacerse con pies de plomo, pactadas hasta la última sílaba, con medios presupuestarios y sin bandazos.
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