EDITORIAL

La valiente solidaridad de Rivero con Balears

Miércoles 20 de agosto de 2014
El presidente canario, Paulino Rivero, ha dado una extraordinaria muestra de solidaridad con Balears al afirmar su radical oposición a que haya sondeos petrolíferos en ninguno de los dos archipiélagos. Tal acto de coraje contrasta con muchos de los posicionamientos baleares, también opuestos a las prospecciones pero que sólo se miran en el ombligo del Mar Balear sin pensar que sus hermanos del Atlántico padecen el mismo problema de incomprensión y menosprecio por parte del Paseo de la Castellana.

Es más, en Balears se escuchan voces que aseguran que el la situación canaria no es la misma que la balear, ya que las islas atlánticas están situadas en mar abierto por lo que el riesgo de contaminación es menor que en el Mare Nostrum, rodeado de costas por todos lados.

Nos encontramos ante una manera poco inteligente de enfocar el problema. Implica menosprecio hacia los canarios cuando lo que debería existir es un frente común de tres millones de isleños dispuestos a resistir a toda costa ante este peligroso abuso y este expolio egoísta e insolidario. No hay que olvidar que en Canarias hay muchas inversiones baleares, sobre todo hoteleras, que también se verían dañadas por una hipotética marea negra o, simplemente, por la mala imagen que produce mezclar torres extractoras de petróleo con oferta vacacional.

Unidos a los canarios en esta lucha contra las prospecciones, los ciudadanos baleares saldrían fortalecidos y dignificados. Eso es lo que ha comprendido Rivero, que está dispuesto a convocar una consulta en su archipiélago para plantarse ante las imposiciones de Madrid. En política la solidaridad produce réditos, mientras que el mirarse el ombligo acaba por generar desprecio e imposición.

Luchar contra los sondeos es una causa justa, igual de justa en los dos archipiélagos, pensando tanto en las presentes generaciones como en las futuras. Quien busca dividir es el que sólo piensa en torres petrolíferas para ganar dinero fácil a corto plazo sin pensar en las consecuencias. Por eso el Ministerio hace constantes diferenciaciones entre el caso canario y el balear. Va a lo suyo y nada más que a lo suyo.

Sólo quien clama por la unidad es el auténtico defensor de los intereses comunes. Paulino Rivero se está mostrando como un gran isleño, como un político que tiene la anchura de miras sólo reservado a los acostumbrados a mirar hacia la lontananza y al horizonte. Ojalá los políticos baleares aprendan a estar a su altura y le tiendan la mano del entendimiento para establecer estrategias conjuntas en favor de la España insular y periférica que está harta de ser tratada como sumisos pueblos de segunda categoría por parte de los poderosos del Manzanares.

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